El gobierno juega su estabilidad. En opinión del analista Carlos Meléndez, el Ejecutivo atraviesa una crisis porque sus miembros se aferran a sus propias ideas y se rehúsan a ceder ante el consenso. También detecta otras causas.
¿Se cae el Perú con la censura al ministro Jaime Saavedra?
La moción de censura no es el fin del mundo, es una prueba para saber de qué está hecho Pedro Pablo Kuczynski. Necesita señalar que está por encima de la polarización fujimorismo/antifujimorismo. Es decir, tiene que fabricar una “tercera vía” para demostrar que su gestión no está presa de presiones fujimoristas –debe continuar las políticas educativas promoviendo a los vices de Saavedra u otros afines, como Daniel Mora– ni antifujimoristas. Sería absurdo generar una crisis política tan temprano.
Le machacan que no tiene gente y los ‘pepekausas’ dicen que no es fácil conseguir un ministro.
PPK tiene que atraer a profesionales más allá de sus entornos. Hasta ahora, PPK solo ha convertido a sus viejos amigos CEO en funcionarios públicos debutantes. Tiene que buscar más en la academia y menos en la empresa.
El presidente dijo que está evaluando el pedido de confianza. ¿Llegará la sangre al río?
El pedido de confianza es una medida suicida para un presidente tan débil. Más razonable para un presidente de derecha es fijar un punto de encuentro con el fujimorismo, la derecha popular. Pero tendría que hacerlo en términos que no impliquen sumisión. PPK ya no está en campaña y tiene que gobernar para las dos mitades: los fujis y sus anti.
El premier Fernando Zavala bajó el tono y declaró que no puede haber conflicto entre Ejecutivo y Legislativo. ¿Hay dos líneas en el gobierno?
Hay tensiones: los principistas que se alinean con los antifujimoristas, como Mercedes Aráoz, y los pragmáticos que pueden tender puentes con el fujimorismo, como Zavala.
¿Por qué el gobierno defiende de manera acérrima al ministro de Educación?
Se ha convertido en el símbolo y en la puerta de entrada del antifujimorismo. Alrededor de Saavedra no solo hay intereses materiales, sino también ideológicos. Esto lleva una polarización en torno a una cartera. Se quiere hacer de su permanencia una cuestión de vida o muerte. Hay un tratamiento inadecuado de ambas partes. El antifujimorismo es la principal identidad negativa que hay en el país. Sirve para que otro llegue al gobierno. No es constructiva. Es un obstáculo. Como no tienen partido, la política se realiza a través de medios de comunicación, columnas de opinión. Se crea una suerte de chantaje o presión. La pretensión es que PPK fue elegido por los votos antifujimoristas, lo cual es cierto. Pero eso no le da cohesión política a ese sector.
Pareciera que quien sostiene al gobierno es el ministro de Educación.
Y PPK cae en la trampa, logra convencerse de eso. No es el fujimorismo quien está arrinconando a PPK, sino el antifujimorismo que existe al interior del gobierno. Hace cinco años, PPK hizo campaña por Keiko y no quería saber nada con la izquierda de Ollanta Humala, y ahora esa izquierda, Verónika Mendoza y Frente Amplio, tratan de ejercer presión y decir que está haciendo concesiones con el fujimorismo. PPK no gana siendo fujimorista ni siendo anti. Gana poniéndose por encima de ello. Tiene que zafar de esa polarización. Debe dar un paso adelante de esta disputa tonta. Es un gobernante, un estadista, pero ha caído en el arrinconamiento de estos dos sectores.
El fujimorismo le dice a PPK que está aliado con Ollanta Humala y su esposa.
De hecho, PPK ha continuado con viceministros de Humala, no por alianza, sino porque no tenía cuadros para esos puestos. Cancillería ha tenido una posición fuerte frente al caso Heredia, lo cual te habla de cierta independencia en ese punto. El enemigo del fujimorismo es la izquierda. En ese cuadro, PPK no entra, pero está cayendo en el juego de estos dos sectores.
Son seis meses de gobierno. ¿La gobernabilidad está alterada?
Sí. Hay problemas de gobernabilidad, causados tanto por dinámicas propias del Ejecutivo como por dinámicas externas. Internamente, hay dificultad en cuajar un equipo de trabajo con tacto político y tacto social.
Al gobierno le recuerdan que dijo tener un gabinete de lujo…
Es un gabinete con capacidad técnica, pero con incapacidad política y para reconocer que gobernar va más allá de administrar la economía, las macrocifras. El arte de gobernar requiere también armonizar las relaciones sociales de una sociedad fragmentada como la peruana. No le ponen la mínima atención a esto.
¿Tenemos un presidente algo ausente?
No creo. Más bien, es un presidente pasivo que ha perdido la capacidad de poner los términos del debate. No tiene escuderos, ni partido político para enfrentar a un Parlamento bastante cohesionado, sólido. A pesar de la derrota, el fujimorismo mantiene el control del Congreso.
El fujimorismo afirma que colabora con el gobierno, pero que los acusan de lo contrario.
Las propuestas del fujimorismo y de PPK son muy parecidas. El problema surge cuando sale a flote la confrontación de la campaña electoral. Las propuestas legislativas son coincidentes. Cuando aparece el control político, la polarización de la campaña aparece. En el momento que el Parlamento utiliza su función de control político, comienza la animadversión, el enfrentamiento; por ejemplo, la interpelación al ministro de Educación, las visitas de los ministros a las comisiones…
Pero los ministros están obligados a asistir al Congreso…
De acuerdo y han llegado a consensos con el Congreso. Así se debe actuar. El problema es que se vende ante la opinión pública una imagen de confrontación que es utilizada por otros actores externos, como “líderes de opinión”, algunos sectores de la prensa, de la academia, universidades que azuzan la polarización. Se quiere hacer aparecer al fujimorismo como un ente que mantiene el carácter autoritario, que es obstruccionista. Es decir, el antifujimorismo no ha dejado de tener una presencia activa después de la campaña electoral.
¿El ambiente es de campaña electoral?
Creo que se mantiene en gran parte el anti y la polarización de la campaña. El antifujimorismo está tan activo como en ese periodo.
¿Por qué?
Han salido envalentonados luego de la derrota de Keiko Fujimori. El fujimorismo tuvo la iniciativa durante el gobierno de Humala, construyó partido, redes. Ahora el sector envalentonado, la izquierda, el progresismo, quiere mantener la iniciativa política.
¿El fujimorismo es obstruccionista? El oficialismo dice que no.
El fujimorismo no ha logrado construir una dirigencia intermedia después de Keiko Fujimori y tener un equipo de tecnócratas. Keiko dijo que pondrían en práctica su programa y hasta ahora nada. No se puede juzgar al fujimorismo de obstruccionista, sí de su falta de capacidad de elaborar políticas públicas desde el Legislativo a pesar de tener los votos.
¿Los consensos son posibles?
Ese es el gran reto, generar consensos. Los ‘pepekausas’ y el fujimorismo tienen mucho en común. Pero no hay un debate sobre reforma política, descentralización, reducción de la informalidad. Son temas donde se requiere formar consensos y lo que tenemos es un páramo de ideas tanto del Ejecutivo como del Legislativo. El fujimorismo no tiene los tecnócratas y los ‘pepekausas’ no tienen las redes para llegar al país.
¿El Ejecutivo ejerce un liderazgo?
El liderazgo que trata de ejercer Pedro Pablo Kuczynski no alcanza. No está a la altura de las exigencias de los cambios estructurales del país. Puede gobernar Lima, los sectores integrados del país, pero su liderazgo queda corto para toda la complejidad del Perú.
¿Lo ocurrido recientemente en Huaycán es un ejemplo chillón de lo que es la descomposición de nuestra sociedad?
Lo de Huaycán son explosiones de anomia social en nuestro país. Puede aparecer bajo la forma de conflicto social, de violencia, disturbios, como ocurrió en Huaycán…
Y en Juliaca, donde hay estado de emergencia porque quemaron discotecas, responsabilizándolas de la inseguridad ciudadana…
Sí. El gobierno no está preocupado en organizar las relaciones sociales en una sociedad fragmentada, en lidiar con la descomposición social…
¿Podría hacerlo? ¿Tiene el liderazgo, la determinación?
No tienen las ideas para hacerlo, tampoco la ascendencia ni la presencia territorial. El reflejo que le sale es la mano dura. Cree que cualquier problema en nuestro país se puede resolver con mano dura. Los tecnócratas creen que con eso solucionan todo. ¿Y qué tenemos? Un ciudadano muerto en Las Bambas, una mujer muerta en Huaycán. Pero, ojo, a más mano dura, menos liderazgo.
¿Se requiere una concertación, alianza, acercamiento con el fujimorismo para sostener la gobernabilidad? ¿Es la posibilidad imposible?
Concertar es una necesidad. El gobierno está en piloto automático, es un conjunto de tecnócratas aislados políticamente, ensimismados en sus cifras sin capacidad de llevar adelante reformas políticas. Para ello se requieren consensos con el fujimorismo, con autoridades. Hace falta generar coaliciones con quienes tienen demandas sociales.
¿Ve posible o imposible que se sienten y conversen?
Imposible no es, pero tienen que definir los puntos de convergencia: reforma política, lucha contra la corrupción, que logren construir instituciones políticas que sean el brazo que aguante el crecimiento económico. No tiene sentido que se reúnan para decir ‘olvidémonos de la campaña electoral’. Sí, establecer tres o cuatro puntos en los que puedan colaborar mutuamente.
¿Los cambios ministeriales han sido precipitados?
Es el cambio más rápido surgido en un gobierno debutante, por lo menos desde el 2001. Ahí te das cuenta de la improvisación de la PCM para nombrar los relevos ministeriales. Un ministerio tan importante como Defensa se queda descabezado una semana. Luego se hace un enroque en Defensa y entra a Cultura un activista de la campaña de PPK. No es un independiente. Resulta que Salvador del Solar no puede asumir el cargo hasta el 15 de diciembre y le deja el cargo al ex ministro Jorge Nieto. A su vez, este asume el Ministerio del Ambiente. ¿No hay otros ministros? Si Nieto es un salvavidas, es que se están ahogando.
¿Es el operador político del ‘ppkausismo’?
En el reino de los ciegos, el tuerto es rey. Tiene más o menos maniobra política, fácilmente llena los ojos de personas que toda su vida han estado rodeados de CEO. El 90% del personal de confianza del gobierno viene del mundo de los negocios. Nunca vieron un político en vivo. Mal que bien se mueven en el ambiente de las columnas de opinión y en el mundo de las ONG. Hay columnistas de opinión que sugieren al presidente tomar determinadas posiciones insensatas, como pedir el voto de confianza para el gabinete por la posible censura del ministro de Educación.
Ficha:
- Carlos Meléndez Guerrero es sociólogo graduado en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Es investigador y tiene estudios de doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos.)
- Es autor de ‘Anticandidatos’ (2016), libro que analiza el escenario político del país ante un contexto electoral.
Por: Mariella Balbi / Periodista
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