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Opinión

Columnista invitado

Víctima. Se dice víctima de las ONG y de la oposición política al gobierno. No es verdad. A Daniel Urresti lo persigue su pasado en el cuartel de Castropampa. La muerte del periodista Hugo Bustíos. Es el Ministerio Público, y no una ONG, la entidad que lo ha denunciado; es el Poder Judicial, y no una ONG, el órgano que le abrió proceso; es la fiscalía de Luis Landa, y no el IDL de Glatzer Tuesta, el que ha formulado una acusación en su contra, y, será una sala penal, y no un organismo de la sociedad civil, la que decida su desfile por los tribunales de justicia y su futuro.

La investigación contra Urresti se inició antes de la fama del personaje. Se le imputó intervención en el crimen cuando era un desconocido, poco menos que un NN. Cuando no había empezado su carrera de figureti. La investigación partió en una época en la que no era ministro, no se había inscrito en los predios nacionalistas ni había insinuado su deseo de ser candidato a lo que se presente en la arena política.

Primero fue el crimen (1988) y la imputación de cargos (junio de 2013). Luego su nombramiento como ministro (junio de 2014). Ese es el orden de las cosas. Así que la alegada “motivación política” en su procesamiento solo es una excusa para la impunidad.

Pobreza. Llora pobreza y afirma no tener dinero para pagar su defensa. Dice que subastará su carro y sus espadas. Señor Urresti, ¿y los 30,000 soles que ganó en cada uno de los siete meses al frente del Mininter? Bueno, ya, no tiene dinero. Lo dilapidó. Lo regaló. Lo que sea. No se preocupe; la legislación lo faculta a solicitar al Ejército defensa legal gratuita. Así que deje de jugar al indigente.

Si no sucede nada escandaloso, Urresti desfilará ante los tribunales. Defiéndase allí. Y un consejo, no repita que no sabe nada del crimen y que usted, máximo responsable de la inteligencia en Huanta, se enteró del asesinato el día siguiente. Nadie le va a creer.


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