22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Quienes amamos el periodismo porque creemos que es una forma de controlar los desbordes de la autoridad, así como de combatir la corrupción, sembrar valores y colaborar al crecimiento del pensamiento crítico de la población, sentimos desánimo cuando un talentoso teórico como Ryszard Kapuscinski afirma, con total autoridad, que: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Y en eso estamos, en el negocio cotidiano de acomodar los hechos a los compromisos económicos y políticos de quienes manejan la mayoría de los medios de comunicación. Es decir, inventando verdades que tienen la solidez de un castillo de naipes. Ocurre que de tanto repetirlo la solidez ya no depende del hecho en sí, sino de cómo este ha ido ganando espacio en la conciencia de quienes reciben la información. Ante lo que crea disonancia entre el discurso oficial y la realidad, casos como los de Grecia, España, Portugal, Italia y Chipre, se opta por el silencio o por realizar conjeturas que desembocan, sin ninguna razón sustentable, en algún pronóstico favorable. Nadie se aventura a dar explicaciones que nos remitan al origen de la crisis. Y es lógico que así procedan, pues cualquier explicación que se intente atenta contra las verdades oficiales que con tanto entusiasmo desparraman. No quieren que nos veamos en el espejo del drama europeo, pues alguien, menos ingenuo que el resto, podría preguntar: ¿Es posible que en el Perú ocurra algo semejante? Nadie lo desea, por supuesto, pero es bueno recordar que los otrora países estrellas en el firmamento económico, son hoy quienes padecen situaciones inimaginables 10 años atrás.


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