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Opinión

La Cumbre sobre Clima de las Naciones Unidas terminó este último sábado en Varsovia con la firma de un acuerdo de última hora en el que las naciones participantes “contribuirán”, pero no “se comprometerán” a la firma de un nuevo pacto contra el cambio climático.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Contribuir y no comprometerse suena, o bien a un dramático realismo que estaría diciendo mucho más de lo que dice, o bien al agravamiento del estado de imbecilidad crónica que padecen quienes dicen gobernar y actúan como representantes de la humanidad. El borrador previo a la firma contenía un compromiso que, finalmente, decidió dejarse para la Cumbre de 2015, en París, a fin de que dicho acuerdo entre en vigor en 2020.

Una experta del Instituto de Recursos Mundiales considera que “los negociadores de Varsovia han alcanzado justo a tiempo los mínimos necesarios para mantener vivo el proceso”. Este lenguaje revela que los gobernantes parecen ignorar que el agravamiento del cambio climático los arrojará inevitablemente, por razones de supervivencia política, a tomar medidas cuando ya sea más tarde de lo que ya lo es hoy. Cabe recalcar que un día antes las principales organizaciones no gubernamentales medioambientales se retiraron de la cumbre, en un acto sin precedentes, porque consideran que las negociaciones de Varsovia “no llevan a nada”.

Añado un dato ilustrativo extra que me parece imprescindible: varias empresas privadas contribuyeron al desarrollo de la Cumbre de Varsovia. Entre ellas destacan General Motors, conocida por financiar a grupos de investigación que niegan el cambio climático, como el Heartland Institute de EE.UU., y BMW, que hace cosas similares en Europa, en su intento por debilitar las normas sobre emisiones. ¿Curioso, no?


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