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Opinión

Un amigo emprendedor me comentó, sustentado en los comentarios de un sociólogo, que los cajamarquinos que migran a Chiclayo han podido tener éxito por las prácticas comunales ancestrales que mantienen y que luego usan también en la costa para construir sus empresas.

Nano Guerra García,Opina.21
nano@somosempresa.com.pe

Un amigo emprendedor me comentó, sustentado en los comentarios de un sociólogo, que los cajamarquinos que migran a Chiclayo han podido tener éxito por las prácticas comunales ancestrales que mantienen y que luego usan también en la costa para construir sus empresas.

Además, afirma que los chiclayanos descienden de los mochicas, que son agricultores más bien individuales, y que por ello no progresan.

Es entonces que analizo detenidamente lo que él dice, y creo que es al revés por lo siguiente:

En la práctica de ayuda colectiva –o minka–, el cajamarquino aprende inicialmente a intercambiar un favor por otro. Luego descubre que puede intercambiar valores de cualquier tipo y que para esto debe aprender a comunicarse, a hacer redes y a ser muy sociable. Es esta etapa la que los empuja a trasladarse a la costa, expulsados por el hambre y por territorios que no dan para más.

En Chiclayo, más bien, el pasado fue estatista y brutalmente dictatorial. Allí desaparece cualquier interés individual y no hay posibilidad de intercambio.

A esto se añaden territorios con abundante agua y actividades de pesca en donde uno no es expulsado. Es un lugar en el cual se vive con poco esfuerzo.

Sucede que muchas veces llamamos solidaridad colectiva a lo que, en sí, es una suma de intereses individuales.

Todo esto me llevó a reflexionar sobre el antiguo dicho: todo depende del cristal con que se mire.


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