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Opinión

Se conoce con ese nombre a una conducta organizada entre un niño y su madre o padre. Estos últimos llenan de exagerada protección a su hijo con el fin de que no le pase nada.

Fernando Maestre,Opina.21
fmaestre@peru21.com

Se conoce con ese nombre a una conducta organizada entre un niño y su madre o padre. Estos últimos llenan de exagerada protección a su hijo con el fin de que no le pase nada. Estos cuidados excesivos generan en el niño una parálisis del aprendizaje, en la que solo se cuida por acción de la madre. Así, cuando es más grande, esta conducta materna lo limita al punto de que no le permite hacer lo que otros niños ya hacen, como –por ejemplo– bañarse solo. Además, lo llevan siempre de la mano, no lo dejan sin un adulto y, si son más grandes, no lo dejan ir de excursión, les eligen los enamorados o les prohíben las fiestas. La sobreprotección es un problema de dos: el niño y el padre. Es cierto que todo menor necesita ser cuidado, pero la línea que separa los cuidados normales y los excesos es muy fina. Como consecuencia, el joven se vuelve miedoso e inseguro. La persona que protege está llena de un goce inadecuado porque disfruta volviendo a su hijo un total dependiente de ella. Finalmente, el niño vive para calmar la angustia del padre y puede padecer pánico y fobias.


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