Fritz Du Bois,La opinión del director
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Asimismo la primera dama ha perdido la gran popularidad de la que disfrutaba y que la diferenciaba; ahora la pareja presidencial anda de la mano. Mientras que la credibilidad de ambos ante los peruanos se está rápidamente evaporando.
Por otro lado, pese a que su aprobación ha caído a casi la mitad de la de abril pasado, los oficialistas seguirán diciendo que es aún algo mayor que la de su predecesor y bastante más alta que la que tenía Toledo a esta altura de su mandato. Sin embargo, un par de meses más de esta tendencia y estará en el sendero para competir en impopularidad con su actual aliado.
Más aun, sería bueno que la fragilidad de ese gobierno entre el 2002 y el 2004 sea recordada por el mandatario. En dicho periodo la masiva desaprobación que recibió hizo que muchos le pidieran dar un paso al costado al temer que su régimen caería en algún desenlace dramático.
Incluso la falta de estructura partidaria o la escasez de políticos de talla es similar en ambos casos. Por lo que cuando las papas quemen, Humala –como Toledo en su momento– se va a sentir desamparado y puede terminar disparando para cualquier lado. Por tanto, debería tratar de copiar el tramo final de esa gestión cuando se estabilizó, gracias a que se reemplazó la inestabilidad política por el optimismo económico en la mente de la población. Sin embargo, Humala está haciendo lo contrario, empezando a dar una sensación de alarmante precariedad al mismo tiempo que está desperdiciando el entusiasmo del consumidor y del empresariado que ha impulsado el crecimiento de los últimos años. Sin duda urgen cambios.
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