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Opinión

No hay duda de que la economía peruana se mueve al ritmo de la ‘labia’. Si hay optimismo, los empresarios se retroalimentan con entusiasmo y salen presurosamente a invertir para ganar participación de mercado.

Fritz Du Bois, La opinión del director
No hay duda de que la economía peruana se mueve al ritmo de la ‘labia’. Si hay optimismo, los empresarios se retroalimentan con entusiasmo y salen presurosamente a invertir para ganar participación de mercado.

Mientras que cuando empieza a entrarle temor al sector privado ocurre lo mismo, pero en el sentido contrario, ya que el pesimismo colectivo acelera la desconfianza y la economía rápidamente se termina frenando. Por lo que conservar la confianza del empresariado es fundamental para sostener el crecimiento y mantener la sensación de bienestar que aún tienen la mayoría de peruanos.

Por tanto, es alarmante la fuerte caída en las expectativas empresariales en la encuesta que el BCR ha publicado. Incluso un descenso tan marcado como el de abril no se producía desde hace un año, cuando fue causado por la reaparición de Sendero al conocerse que tenía a 30 trabajadores de Camisea secuestrados.

Sin embargo, en esta ocasión no ha ocurrido ningún evento dramático que lo haya precipitado. Es más bien resultado de una serie de señales preocupantes que el Gobierno está dando. Por lo que refleja una creciente suspicacia causada por la larga lista de proyectos que están paralizados y por los ataques innecesarios del mandatario.

Más aún, el sondeo del BCR se llevó a cabo antes de que explotara el escándalo de Repsol, por lo que es seguro que las expectativas se han continuado enfriando. Así que el Gobierno tiene que actuar muy rápido para evitar que el pesimismo se termine asentando ya que, luego, es bien difícil levantarlo.

Por otro lado, el ruido político y la desaceleración del crecimiento también están empezando a afectar fuertemente la confianza del consumidor, la cual siempre se mantuvo al alza, incluso durante el último proceso electoral, por lo que parecía a prueba de balas. Por ello, tanto por el lado de la inversión como del consumo, un shock de confianza es ahora más que necesario.


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