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Opinión

EE.UU. no tiene autoridad moral para opinar sobre armas químicas porque este país remonta su preferencia por dichas armas a 1860, cuando distribuyó “mantas infectadas con gérmenes del cólera entre pueblos indígenas”.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Según Jeffrey St. Clair: “En 1900, médicos del Ejército de EE.UU. infectaron en Filipinas a cinco prisioneros con diferentes plagas y a 29 prisioneros con beriberi. Al menos cuatro de esas personas murieron. En 1915, un doctor financiado por el Gobierno expuso a 12 prisioneros en Mississippi a la pelagra, una enfermedad que produce discapacidades al atacar el sistema nervioso central. Después de la Primera Guerra Mundial, EE.UU. desarrolló un amplio abanico de armas químicas, produciendo millones de barriles de gas mostaza y lewisita”.

Sigue St. Clair: “Miles de soldados estadounidenses fueron expuestos a estos agentes químicos para probar la eficacia de las máscaras antigás y de los trajes protectores”. La Agencia para Veteranos de Guerra se negó a reconocer los reclamos por discapacidad presentados por las víctimas de tales experimentos. El Ejército también usó gas mostaza para reprimir manifestaciones anti-EE.UU. en Puerto Rico y en Filipinas en los años 20 y 30”.

“En 1931, el Dr. Cornelius Rhoads inició sus espantosos experimentos con cáncer en Puerto Rico inoculando células cancerígenas en docenas de personas, quienes desconocían la naturaleza de los experimentos. Al menos 13 murieron. Luego, Rhoads dirigió la división de Armas Biológicas del Ejército de EE.UU. y formó parte de la Comisión de Energía Atómica, donde supervisó experimentos con radiaciones realizados con miles de estadounidenses. En memorandos al Ministerio de Defensa expresó su opinión de que los disidentes de Puerto Rico podrían ser erradicados con el uso de bombas bacteriológicas”.


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