El alejamiento de la exdirigenta cocalera Elsa Malpartida del programa ‘Mi Barrio’, del Ministerio de Vivienda, no ha sido una decisión fácil para el gobierno. La fuerte presión del Partido Nacionalista se imponía a cualquier criterio razonable al interior del Ejecutivo respecto a la necesidad de separar a esta funcionaria luego de que ella misma revelara que fue mando logístico del grupo terrorista Sendero Luminoso.
El principal respaldo de la excocalera se concentraba en las bases del partido. En los últimos días, la militancia nacionalista había comenzado a mover sus hilos para empujar al gobierno y lograr mayor presencia en las entidades del Estado.
En el caso Malpartida, la presión partidaria duró seis días, pero todo cambió en la víspera de la interpelación al primer ministro, Juan Jiménez. Si se quería contentar a la oposición para evitar que se presenten mociones de censura, había que tomarse decisiones que no exacerbaran los ánimos.
Lo que se sabe es que el premier se reunió con representantes de las bancadas, incluso de la oposición, y que una constante en dichas citas fue,precisamente, la advertencia de que el gobierno hacía mal en mantener a Malpartida en el programa ‘Mi Barrio’. Indudablemente, el caso iba a ser uno de los principales argumentos de la oposición durante la interpelación en el que el punto central era la seguridad ciudadana.
Jiménez tomó nota. El resto es historia. Malpartida salió a la prensa y entre lágrimas anunció su salida, por voluntad propia, del programa ‘Mi Barrio’. Casi en simultáneo, mejores aires se respiraban en la Presidencia del Consejo de Ministros.
Tal vez, el mejor argumento para sustentar esta versión fue que durante la interpelación casi nadie mencionó a la excocalera.
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