Lucía de Althaus,Opina.21
www.parentalidad.pe
Sucede con frecuencia que niños que se portan excelente en el colegio son terribles en la casa. Los padres se desconciertan y se desesperan. Muchas veces esto se explica en que, cuando están fuera de casa, hacen un esfuerzo muy grande por autocontrolarse y cumplir con las exigencias, y, cuando llegan a casa su lugar seguro, se desploman, abandonan ese control y dejan correr todo el desgaste acumulado. Y eso no está mal. El problema se instala cuando los padres empiezan a castigar y reprender sin entender que los chicos no lo hacen “con el propósito para fastidiar” y que, más bien, necesitan un continente (espacio) para depositar todas esas sobrecargas emocionales. Entonces, mensajes como “entiendo tu cansancio, te puedo ayudar a descansar, pero bajo ninguna circunstancia vamos a permitir maltratos ni faltas de respeto” calman al niño abrumado, que se sentirá comprendido, y a la vez instalará un límite claro de convivencia. Si se grita primero sin tratar de entender qué le puede estar pasando, el niño solo se bloquea más, y su manera de descargarse se dará retando, fastidiando y explotando.
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