Fritz Du Bois,La opinión del director
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Así, tenemos que, ante el bajo nivel de enseñanza en algunas universidades, la solución que quieren dar en el Congreso no es la de fortalecer la certificación y acreditación de la calidad de la educación, lo que permitiría a los padres y a los estudiantes saber con transparente claridad qué esperar del centro al cual se están matriculando.
Más bien, quieren ir por el camino contrario cayendo en el conveniente facilismo de impedir el ingreso de nuevos competidores al mercado.
De esa manera, las malas universidades –las causantes del problema– consolidarán su posición al no tener ningún nuevo competidor. Peor aún, la calidad de la enseñanza, en general, se va a deteriorar aún más al no existir ningún incentivo para mejorar.
Sin embargo, lo que se va a incrementar son los ingresos de las universidades que quedarán, y si el Estado intenta controlar las pensiones que fijarán, la negociación para decidir montos millonarios se hará con algún funcionario, así que podemos imaginar el resultado.
Por otro lado, quienes sí serán seriamente perjudicados son los alumnos, quienes verán cercenado su derecho a elegir y que pagarán cada vez más por una educación de decreciente calidad. Incluso, este proyecto parece el producto de un matrimonio poco santo entre algunas de las universidades privadas que se han creado en los últimos 15 años –fuertes aportantes de varios candidatos– y aquellas más antiguas que aún nos quieren hacer creer –pese a los abultados salarios que se dan– que nunca han lucrado.
Al final, da la impresión de que tanto el Ejecutivo como el Parlamento quieren ser recordados por ser el periodo de gobierno que mandó la educación peruana, a todo nivel, al tacho.
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