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Opinión

Las décadas perdidas en América Latina pulverizaron la clase media en la región, resaltando el Perú que, con Velasco y la hiperinflación, fue el más perjudicado. Nos convertimos en un continente sin estabilidad al no contar con una espina dorsal social.

Fritz Du Bois, La opinión del director
Las décadas perdidas en América Latina pulverizaron la clase media en la región, resaltando el Perú que, con Velasco y la hiperinflación, fue el más perjudicado. Nos convertimos en un continente sin estabilidad al no contar con una espina dorsal social. Más aún, la mayoría de la población, al no tener nada que perder, simplemente se dejaba llevar por cualquier demagogo en un periodo de crisis permanente que fue realmente dramático.

Hoy, gracias al fuerte crecimiento económico que se ha logrado, la situación en diversos países está cambiando. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo que indica que la clase media latinoamericana ha aumentado en 50% en los últimos seis años. Nuevamente el Perú resalta, aunque en esta ocasión estamos en el lado positivo de la escala con un incremento del 67% –a más de 3 millones– en el número de familias que tienen entre 1,000 y 5,500 soles mensuales de ingresos y, por lo tanto, ya cuentan con la tranquilidad que les permite aspirar a seguir mejorando. Ahí está la base del fuerte impulso que tienen tanto el consumo interno como el mercado inmobiliario.

Por otro lado, aún tenemos 2 millones de hogares pobres y un número similar de familias cuyos ingresos son justo lo necesario para estar encima de la línea, pero que con un par de años de enfriamiento regresan a la pobreza de inmediato. Para el primer grupo, aparte del paliativo del asistencialismo del Estado, es fundamental que se ponga un piso mínimo de 6% al crecimiento. Si lo logran, más de medio millón de hogares dejarán la pobreza al final del actual mandato, y si el siguiente gobierno mantiene esa velocidad crucero, el porcentaje de peruanos pobres estará en un solo dígito de la población para el bicentenario.

Mientras que, para que puedan dar el salto y empezar a tener un futuro de largo plazo, el siguiente grupo de familias que son aún vulnerables requieren contar con educación de calidad y con un trabajo adecuado. Lamentablemente, son dos temas que este gobierno ha abandonado o aún no ha enfrentado. La reforma educativa fue enviada al tacho, mientras que el programa de formalización laboral sigue esperando. La única inclusión social que cuenta, al ser permanente, es la que resulta de tener un empleo decente que permite que tus hijos puedan ser bien educados.

En realidad, en la estabilidad social que se lograría cuando la clase media sea mayoría –lo que estamos en camino a tener en pocos años– desaparecerían los que han hecho un estandarte de la revancha y atacan la generación de riqueza porque solo en la miseria logran eco a su prédica. Desafortunadamente, en ese segmento extremista, este gobierno tiene innumerables allegados que continuamente lo están boicoteando. Así que ya es hora de que Humala tome posición y salga a favor de la mayoría silenciosa. No puede pasarse todo su mandato sentado en el balcón queriendo estar bien con Dios y con el diablo.


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