Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Estas palabras son atribuidas a una de las monjas que cuidaban el orden y la producción en las Lavanderías de la Magdalena. Hoy, gracias a la TV y a una película, estas lavanderías han saltado al primer plano y han obligado a las autoridades irlandesas a pedir público perdón a quienes pasaron por allí en presencia de tres sobrevivientes.
Ya sabrán que no hablo de la Edad Media, hablo del siglo XX, hablo de un régimen de semiesclavitud que se vivió entre 1922 y 1996 en Irlanda. En las ‘lavanderías’ se recluía a mujeres que sufrían problemas de diferente índole y se les sometía a trabajos forzados no remunerados y a continuas humillaciones.
El párrafo inicial de esta nota nos da una idea de cómo veían las monjas a las pupilas allí internadas por ‘rechazo de padres adoptivos’, orfandad, ‘abusos familiares’, ‘deficiencias físicas o psíquicas’, pobreza y ‘actitudes inmorales’.
Las órdenes religiosas que regentaban para beneficio propio estas instituciones, a las que el Gobierno irlandés pedirá una contribución para las compensaciones, eran las Hermanas de la Misericordia, las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad, las Hermanas de la Caridad y las Hermanas del Buen Pastor. El primer ministro de Irlanda dijo: “Desde cualquier punto de vista, era una Irlanda cruel, despiadada, claramente carente de misericordia”.
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