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Opinión

El discurso de asunción de Barack Obama promete resolver los problemas de las minorías y de las clases medias del país y continuar “la guerra por la democracia y la libertad” en todo el mundo. La última parte suena conocida, gastada y tantas veces desmentida por la realidad que hasta sería ocioso ocuparse de ella.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Dijo: “ampliaremos las instituciones que extienden nuestra capacidad de resolver las crisis en el exterior, porque nadie aporta una mayor contribución a un mundo pacífico que su nación más poderosa”. No conocíamos la vena humorística con la que el presidente de EE.UU. acaba de engrosar su CV. ¿Más allá de los mercaderes de la guerra, de quienes ganan su parte desde los medios y de los alienados que odian pensar, habrá alguien más que crea semejante bobería? Bobería peligrosa y criminal, pero sobre todo ajena a la capacidad crítica de quienes escuchamos el mensaje. Encuestas universales poco divulgadas señalan a EE.UU. como el mayor promotor de inseguridad sobre el planeta. Mientras tanto el Pentágono, en medio de una crisis espeluznante, invierte en ¡restaurar las bases abandonadas durante la Segunda Guerra Mundial diseminadas en todo el Pacífico! Objetivo: detener el crecimiento económico de China. Obligar, quizá, al otro gigante a emplear sus recursos en armamentos y de ese modo reconstruir las antinomias explícitas tan caras al cada vez más humilde (intelectualmente) pensamiento de Estados Unidos.

También dijo Obama: “apoyaremos la democracia del Asia al África, de las Américas al Medio Oriente, porque nuestros intereses y nuestra conciencia nos impulsan a actuar en favor de quienes anhelan la libertad”.


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