Gianfranco Castagnola,Al.Mercado
El último Niño intenso ocurrió en 1997-98. Su impacto fue severo, pero, según un estudio de la CAF, pudo haber sido tres o cuatro veces peor si no se hubieran implementado oportuna y eficazmente proyectos de mitigación de riesgos, gestionados por el Gobierno Central. Este año, en los primeros 20 días de la temporada de pesca, se ha capturado la mitad de anchoveta que el año pasado. Estamos frente a un Niño cuya intensidad desconocemos. Uno intenso nos podría costar un punto de crecimiento, por su impacto en la pesca, agricultura y comercio. Sin embargo, el costo puede ser mucho mayor si se destruye infraestructura básica. Hoy el problema ya no es de recursos –el Gobierno ha destinado S/.3,100 millones para prevención de desastres–, sino de gestión. Si fuera un Niño intenso, ¿estará nuestro disfuncional aparato estatal, con sus descoordinados niveles de gobierno, nacional, regional y local, en capacidad de enfrentar este reto, o se repetirá la historia del terremoto del 2007?
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