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Opinión

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

En el año 2012, 37 ex jefes de Estado y la canciller de EE.UU., Hillary Clinton, afirmaron que el agua es un “asunto de seguridad urgente”. Más serio y urgente que el agotamiento a mediano plazo de los recursos petrolíferos. La escasez hídrica es creciente y hoy la padecen casi 1,700 millones de personas. En Naciones Unidas hay un mecanismo llamado ONU-Agua que ha definido así este problema: “es la capacidad de una población de salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas y de calidad aceptable de agua para sostener los medios de sustento, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, para garantizar la protección contra la contaminación del agua y los desastres relacionados con el agua, y para preservar los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política”. El presidente de ONU-Agua declaró: “El agua encaja en una definición más amplia de seguridad –abarcando preocupaciones políticas, sanitarias, económicas, personales, alimentarias, energéticas, ambientales y otras– y actúa como vínculo crucial entre ellas”. Se señala que hasta ahora “históricamente, no hubo una guerra entre naciones por el agua”, pero se subraya que los problemas hídricos sí crean fricciones entre naciones, y conducen a conflictos internos.
Todo indica que en el futuro podría haber guerras por el agua y dado lo imperioso de su necesidad puede tratarse de conflictos más letales que los protagonizados en la lucha por el petróleo. Dice una especialista: “la inseguridad hídrica puede causar un efecto dominó a nivel político, social, económico y ambiental”. Hablar de privatización en este contexto es un despropósito.


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