18.ABR Jueves, 2024
Lima
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Opinión

El video de un joven parado en la Estación Angamos del Metro de Lima con un oso de peluche gigantesco y un ramo de rosas, presumiblemente esperando a su novia (que nunca llegó) para darle ese espontáneo “detalle”, se viralizó. Dicha impronta romántica hubiera quedado en una simple anécdota si no fuera por cómo nuestra sociedad machista percibió esa situación.

“Mostra ridícula de mierda por tu desplante tenemos otro soldado caído”, “no tienes ni culo ni tetas y de cara estás como para escupirte”, “encima que se fijó en ti y te da detalles te burlas de él”, “después se quejan si las matan” fueron, entre otros, los miles de comentarios que la presunta novia recibió en redes sociales.

Es claro que está tan insertado en el inconsciente colectivo que las mujeres tienen que estar siempre subordinadas a la satisfacción romántica o sexual del hombre, que automáticamente se sanciona socialmente a las que osan no corresponder acercamientos no solicitados que lindan con el acoso. No es no.


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