Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Coincido con Capriles que Maduro, actual presidente, “no le llega a los talones a Chávez”. Eso no significa, sin embargo, que esté traicionando los postulados del comandante desaparecido. Ocurre que el carisma no se hereda y querer hacer lo mismo sin ese elemento intangible que es el que otorga credibilidad, es casi imposible. Hoy la lucha en Venezuela es por apropiarse de un legado abstracto que solo alcanzará entidad propia en la medida que el pueblo asuma como suyas las consignas del líder fallecido.
Perón intuyó la lucha por el poder que desataría su muerte y dijo “Mi heredero es el pueblo”. Dejó un problema, no una solución, pero supongo que es lo más que pueden hacer ciertos hombres que ocupan, en la realidad, en el imaginario o en ambos a la vez, más espacio que aquel que pueda transformarse en una herencia política partidaria.
La estrategia de Capriles es simple, ahora Chávez ya no sólo no representa el mal, sino que es alguien que tuvo el mérito de visibilizar –y combatir– la pobreza del pueblo y eso es lo que él promete continuar. Para ello, señala que el verdadero mentor de Maduro no es ni nunca fue Chávez, sino Fidel Castro. Quebrar la identificación Chávez-Maduro y apropiarse de los símbolos del chavismo es el objetivo de este político locuaz y parcialmente amnésico que visitó Lima en las horas aciagas que nuestro Congreso exhibía la fragilidad de las instituciones cuando no existe una cultura democrática.
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