Guillermo Giacosa, periodista
gpajares@peru21.com
Columnista de Perú.21, Guillermo Giacosa ha vuelto a la radio, un espacio donde se siente como pez en el agua. “La gente necesita alguien que le diga otra cosa, que no sea el coro de los poderosos; yo no trato de excitarla, trato de que piense”, nos dice. Escúchelo de lunes a viernes, de 9 a 11 p.m. en radio Capital (96.7 FM).
Tú eres hechura de tu madre…
Y soy un digno hijo suyo. Yo me siento bien conmigo mismo, nunca he traicionado las cosas en las que creo, y esto es bien importante. La gente me dice que porqué me hago problemas, pero yo no me veo con los pantalones abajo. ¿Te imaginas qué espectáculo patético debe ser ver a un viejo flaco, de 73 años, sin nalgas, con los pantalones abajo? Yo no me veo así. Una vez me molesté con mis amigos y renuncié a nuestro club, claro, con la idea de que me pidiesen volver, pero mi vieja me dijo: “Guillermito, recuerda que la renuncia de un hombre de bien siempre es indeclinable”. Me cagó (risas).
Dicen que los años ablandan a la gente…
A mí, no. Yo me imagino muerto; reblandecido, jamás. Yo no tengo verdades absolutas, tengo dudas enormes, pero sí tengo el convencimiento absoluto que el sistema actual que domina el mundo nos está llevando al despeñadero. Trabajé en la Unesco, conversé con sabios y saqué lecciones: esto que vivimos hoy, el calentamiento global, estaba anunciado hace 30 años, y la prensa no lo dijo porque los dueños de los medios lo impidieron.
Después que se cayó el Muro de Berlín, la gente de izquierda tomó como bandera el rollo ecologista…
Me importa un pito la caída del Muro. Yo nunca fui marxista: intenté leer a Marx, me levantaba a las 5 a.m., y no entendí nunca nada. Fui un trabajador social y la realidad me ideologizó. Trabajé y viví con los sectores más pobres de la Argentina, estuve en África, en el Medio Oriente, en campos de refugiados. Vaya que he visto la pobreza. Lo mío no es producto de ‘Carlitos’ Marx sino de la praxis cotidiana, y esta te da una actitud de vida, un compromiso con la gente.
Pero estás muy cerca de la izquierda…
Me hace gracia que me digan izquierdista. En Argentina me decían moderado y acá pasé a ser un radical. Lo que pasa es que, con el neoliberalismo, el mundo se ha desplazado tanto hacia la derecha que hoy uno parece de izquierda (risas). Ahora, yo he cambiado muchísimo, pero no creo que este sistema sea la respuesta a los problemas del hombre. Primero, un sistema que agota la naturaleza más allá de su capacidad de recomponerse es irracional. Segundo, un sistema donde están maridados el poder mediático con el poder económico es atroz: la prensa, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, dice lo mismo, es un canto coral.
¿Qué te molesta de la izquierda?
Me he peleado muchísimo con ella, reconozco que hay gente dignísima allí, pero me molesta sus discusiones permanentes, su vocación por separarse, y esta no es una tendencia del pueblo. Viví ocho años en un barrio obrero y las reacciones de estas personas no tenían nada que ver con lo que pensaban las vanguardias izquierdistas ‘iluminadas’, con esos ‘revolucionarios de café’.
¿Destacas valores en la derecha?
El liberalismo es magnífico, pero asociarlo con el capitalismo caníbal me parece brutal. Un liberal consecuente lo es tanto en lo económico como en lo político. Yo creo que vamos a un proceso de síntesis, que permita la propiedad privada y el buen desempeño de las empresas, pero con campos que no pueden estar librados al azar. El propio Vargas Llosa, con quien discrepo profundamente, dijo: “Creo que nos tenemos que replantear esto de que achicar el Estado significa resolver nuestros problemas”. Él se dio cuenta de que cuando achicas el Estado nadie regula, y cuando nadie regula aparecen situaciones como las de España, Grecia, Italia, Irlanda, Chipre… y esto es solo el comienzo: Francia e Inglaterra están en declive, y Alemania está en una meseta; se viene una crisis muy grande, y me extraña que la gente lúcida de la derecha no sea capaz de ver esta crisis. Les hace falta un Gorbachov neoliberal, alguien que les diga: “Señores, esto no funciona”.
Eres peronista…
Sí. Como te dije, de joven me fui a vivir en un barrio obrero y en las mismas condiciones que sus pobladores. Ellos me convencieron de que su amor –a pesar de que yo no estaba identificado con Perón– era una fuerza gigantesca, que no se podía transformar nada si no tenías la participación de la clase obrera, y el 98% de ella era peronista. ¿Crees que ella está pensando en Marx, Hegel o Trotsky? Cuando nos enfrentábamos con los ‘revolucionarios de café’ les tratábamos de explicar que la realidad no era la que ellos veían.
Es decir, la realidad te hizo peronista…
Y el amor de la gente. Yo vengo de una familia que era antiperonista a muerte: si me hubiese hecho travesti se habrían molestado menos (risas). Mi padre, cuando se enteró que era peronista, dijo: “Y pensar que este chico parecía tan inteligente” (risas).
¿El peronismo no es un sancochado ideológico?
Sí, sí. Es un sancochado pragmático, es un sentimiento, es una emoción, pero es una emoción que está en sintonía con las necesidades populares. Del peronismo se puede esperar cualquier cosa: un Menem o un Kirchner. El pueblo no es de derecha ni de izquierda, es pragmático: si quieres comer no te queda otra. A la gente no le importa de dónde vienen los beneficios, sino que estos existan. Te voy a contar una anécdota: Perón era ministro de Trabajo y los obreros le llevaron un pliego de reclamos; Perón les concedió todos y, así, dejó sin piso y sin bandera a los socialistas y comunistas. Los gremios, entonces, pasaron a ser peronistas. Obviamente, por esta decisión, Perón fue encarcelado. Obviamente, la gente salió a las calles: cientos de miles de obreros tomaron Buenos Aires en apoyo a Perón. Ante esto, el diario La Nación escribió: “Una multitud, cuya exigencia desconocíamos, invadió la ciudad de Buenos Aires. No hizo nada malo pero afeó la ciudad con su presencia”.
Qué espanto. ¿El peronismo no le ha hecho daño a Argentina?
El otro día, Rosa María Palacios dijo que Buenos Aires era una lágrima, pero no dijo que la gobernaba la derecha. Yo acepto la crítica, pero que se fundamente. ¿Quién dice que Argentina está mal? Los grandes medios. El País (España), un diario horroroso, dice que Argentina no crece, pero en mayo creció 7%, más que Perú.
Pero hay muchas dudas acerca de las cifras oficiales…
No creo. Cuando el Indec (el INEI argentino) da cifras contrarias, todas las usan; pero si da cifras positivas, toda la prensa las objeta. El mes pasado batió su récord de recaudación fiscal… lo que pasa es que no es un país ortodoxo y, por eso, se la critica, porque puede nacionalizar YPF para recuperar recursos estratégicos, que no deben estar en manos privadas.
Eres kirchnerista…
Adoro a Néstor y Cristina. Sucede que los medios nos han dado una mala imagen de ellos…
Entonces, no son ladrones…
Yo no sé, ladrones hay tantos. Todo el mundo ha duplicado o triplicado su patrimonio…
El de ellos creció 46 veces en 15 años.
Puede ser. Preferiría que Cristina fuera Mandela pero no es Mandela. No te olvides que, cuando Néstor llegó al Gobierno, la deuda de Argentina era el 167% de su PBI; hoy, 41%; la desocupación era gigantesca, hoy es 7%. Además, castigó a los militares golpistas, ¿sabes los huevos que hay que tener para hacer algo así?
Guillermo, eso es como decir “robó pero hizo obra”. ¿No crees que deberías tener una posición más firme?
Es que los datos que me da la derecha no son suficientes: no le creo a la prensa de derecha. Lanata ha hecho una película, que me deje de joder, no hay pruebas concretas. Pruebas concretas hay, pero de lo que robó Clarín y de sus alianzas con la Junta Militar.
¿Qué piensas de que hayan puesto los partidos de River y Boca a la misma hora que el programa de Lanata?
Me parece perfecto. Eso es competencia. ¿Creen en la competencia? Bueno, a un programa que supuestamente es bueno le han puesto un buen competidor.
Pero allí hay una intención de distraer a la gente…
Por supuesto que esa es su intención, pero es una intención lícita. Gonzalito, si vos tenés una prensa que putea todos los días a la presidenta con libertad absoluta, debes defenderte. A Cristina la sostiene el pueblo.
Además eres chavista…
Lo adoro a Chávez. Maduro me parece medio pelotudo, no está al nivel de Chávez.
Quiero entender tu chavismo. Y la única explicación que encuentro es que comprobaste que lo que había antes de él era peor…
El chavismo se parece al peronismo: ambos movilizaron la lucha de clases, y cuando una clase está postergada no sube en el orden social con los modales de una madame, sube con su violencia y contradicciones, proceso que es imposible de evitar. Al sistema no le gusta que, de pronto, los pobres aparezcan.
Imagino que eres un demócrata y que estás en contra de las dictaduras, sean estas de izquierda o de derecha…
Yo condeno todo régimen que restrinja la libertad, pero primero averiguo si es verdad que lo está haciendo. Yo no creo que en Venezuela haya una dictadura. Lo que yo creo es que la prensa va por un lado, y el sentimiento de la gente va por otro.
¿Eres la contradicción que los corporativos medios de comunicación se permiten?
(Ríe). Dentro de la ideología está la pluralidad de opiniones, entonces, darme un espacio significa consecuencia. Cuando Augusto Álvarez Rodrich salió de Perú21 me dijeron que renunciara. Yo les dije: “No sean boludos, ningún militante abandona una trinchera. ¿Y la dignidad? Me cago en los actos de dignidad. Lo que estaría mal es que dejase de decir lo que pienso”.
A propósito, defiendes el matrimonio gay…
Por principios, no defiende el matrimonio, me parece una institución absurda; estuve casado y sé de lo que hablo (risas). Mi postura es defender los derechos de todas las minorías: negros, palestinos, homosexuales, etcétera. Que una sociedad discrimine a alguien es algo infame.
¿Volverás a vivir en Argentina?
No, ya decidí morir en Perú… al menos que Cristina me llame para que la asesore (risas).
AUTOFICHA
- En Argentina siempre hay protestas, estemos bien o estemos mal, es un país muy politizado; está bien que sea así. Del Perú me desespera que no esté politizado.
- ¿Crees que el Perú tiene 70% de clase media? Es el país de ‘clase media’ con más tuberculosos en el orbe. No se puede ser clase media con S/.900.
- Aldo Mariátegui no me parece peligroso. ¿Y sabes por qué? Porque es transparente. Los peligrosos son Álvarez Rodrich, Rosa María Palacios, que se contradicen.
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