22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados

"Los actores nos la pasamos jugando todo el día"

“Si algo me dio el teatro –y, sorprendentemente, no la psIcología– fue el descubrimiento del otro”, nos dice Javier Echevarría, actor y psicólogo.

Foto: Rodrigo Málaga.
Foto: Rodrigo Málaga.

Javier Echevarría,Actor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Estudió Psicología pero ama la actuación. Acaba de estrenar el espectáculo multidisciplinario Sin pecado original, que se inspira en su poemario del mismo nombre. Vea a Javier Echevarría, de J a L, a las 8 p.m., en el teatro de la Biblioteca Nacional (Av. de la Poesía 160, San Borja). Teleticket.

Eres actor y psicólogo…
La psicología y la actuación me apasionan porque me apasiona el ser humano: entenderlo, representarlo, conocerlo; me apasiona todo lo que tiene que ver con la psique y con el comportamiento de las personas. Y un espectáculo como Sin pecado original es la síntesis de mis varias pasiones.

¿La psicología en verdad permite conocer al ser humano?
Todo cuestionamiento es válido, y toda teoría es poesía. Mi mente siempre ha sido muy científica y me interesaba mucho la epistemología, que te dice qué es arte, qué es ciencia. Pero con los años esta distinción entre arte o ciencia me es irrelevante porque el encuentro con el otro es un hecho artístico. En el fondo, el trabajo psicológico es un arte.

¿Cómo fue tu formación como espectador?
Mi papá me llevaba mucho al teatro, a ver las obras de Cattone, de Lola Vilar, del llamado ‘teatro comercial’, pero en la universidad conocí el otro teatro, el llamado ‘artístico’, y quedé fascinado. Recuerdo claramente mi sensación de fascinación al ver Made in Perú, una obra de José Enrique Mavila que no tenía diálogos.

¿Es válida esa distinción entre ‘teatro comercial’ y ‘teatro arte’?
No soy de juzgar. Una vez estuve por trabajar con Osvaldo Cattone y cuando me hablaba de su proyecto lloraba; lo hacía con una pasión y una entrega absoluta que me sorprendió. Cada uno debe encontrar su modo escénico; el tema es enganchar con el público: unos quieren distracción, otros, conexión. Yo prefiero la conexión, pero he estado en obras hechas para distraer y las he disfrutado muchísimo.

Eras presentador de 3G y dejaste el programa por irte a trabajar en Colombia…
Y también dejé un programa de radio, mi consultorio psicológico y más, y todo por hacer el protagónico en una telenovela. Algo dentro de mí me decía que debía probar, que ya tenía casi 40 años y no había trabajado en el extranjero. Fui y, al poco tiempo, me comencé a desesperar porque sentí que mi tiempo había pasado, que no quería estar sumergido todo el día en una telenovela. Era una sensación claustrofóbica y me dije: “Yo no quiero esto en mi vida”. Igual, en su momento fue lo mejor que puede hacer porque me saqué el clavo: hacer un protagónico y, más aún, fuera de mi país. Lo curioso es que recién pude hallar el foco de mi vida después de cumplidos los 40, en Colombia. Allí decidí decirle no a un montón de cosas, a formar mi empresa, a trabajar como psicólogo y a preguntarme qué quería hacer en el escenario.

Tuviste que volver a empezar.
Así como fue absurdo irme, fue más absurdo regresar (ríe). Me pude quedar en Colombia porque hay muchísimo trabajo en las telenovelas, pero en ellas no me hallaba. Para estar más contento conmigo mismo me puse a trabajar como psicólogo, dando charlas, dictando talleres. Y fue así que viajé por toda Colombia.

Desde el punto de vista psicológico, ¿los actores son una raza especial?
Eduardo Adrianzén decía que, aquí y en cualquier lugar del mundo, los actores éramos una sola raza, unas criaturas que se la pasaban jugando y jodiendo todo el día. Actuar es jugar, trabajar con la verdad. El actor es más sincero porque se le nota todo lo que siente; su cara refleja lo que piensa.

Acabas de estrenar Sin pecado original…
Es una obra de creación colectiva donde estoy tratando de implementar un nuevo género, uno que mezcla teatro, danza, cuentacuentos, poesía, diálogo con el público, conferencia y hasta un taller interactivo. Ojalá funcione, porque por acá va mi línea escénica. Su tema tiene que ver con asumir la responsabilidad sobre nuestra vida y dejar de victimizarnos, de culpar al otro o de autoflagelarnos. Nos quieren hacer sentir culpables desde que nacemos; por eso el nombre de la obra Sin pecado original, porque yo no cargo ninguna culpa y nacer fue extraordinario.

Leí un texto donde te calificaban de ‘soltero empedernido’.
(Ríe). ‘Empedernido’ es una palabra que usa mi abuela, no sé de donde viene. Estar soltero y ser longevo es algo común en mi familia. La soltería no es mi filosofía, y aún no estoy al final de mi vida. Tiempo me sobra. Eso sí, no quiero ubicarme socialmente construyendo una familia. Me interesa más hallar mi propósito en la vida, para qué estoy en este mundo.

¿Soportas al otro?
Hasta los 20 solo me miraba al ombligo, pero si algo me dio el teatro –y, sorprendentemente, no la piscología– fue el descubrimiento del otro.

AUTOFICHA

- Estudié Psicología en la PUCP. Ingresé a los 17 años. Desde el colegio, el María Reyna, hago teatro. Era muy afanoso: organicé, sin profesor, el teatro del colegio.

- Empecé haciendo teatro universitario en la Unifé. Era el único hombre que entraba allí. Mi primer sueldo fue como actor, la Unifé pagaba.

- Alberto Ísola, Roberto Ángeles, Édgar Saba han sido mis maestros. Desde el 90, cuando acabé Psicología y empecé a trabajar en obras pagadas, cuento mi carrera.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.