Han pasado más de tres días desde que ocurrió el voraz incendio en Cantagallo, en el Rímac, que dejó en la calle a más de dos mil personas, la mayoría de ellas shipibo-conibas, las que sienten que sus demandas no son escuchadas.
Llegaron a Lima hace más de 25 años buscando mejores oportunidades laborales y el acceso a una mejor educación. Dejaron atrás sus comunidades, sus territorios ancestrales, pero no sus costumbres ni sus tradiciones, y se instalaron en la ribera del río Rímac. Se trata de la comunidad shipiba; un pueblo nativo que se asentó en el capitalino Cantagallo con 14 familias, pero pronto su población creció hasta llegar a constituir una comunidad de 236 familias, más de 2,000 personas.