Hay que ser educado en la cama. Que el sexo sea un escenario para liberar el animal salvaje que se lleva dentro no implica abandonar los modales. La idea tampoco es ser un devoto del Manual de Carreño ni seguidor de Frieda Holler, sino tener en cuenta algunos detalles sutiles. Por ejemplo, ¿cómo hacer para probar una nueva pose en pareja? Esto requiere un fino manejo de voluntades. Es decir, así como usted anhela ensayar esa postura “locaza” que vio en el programa de Alessandra Rampolla o leyó en Cosmopolitan, su pareja también debe querer. Usted tiene que contagiarle esa curiosidad para que ambos puedan gozar. No hay que obligar, ojo, por más que al ser amado le guste el sexo duro. Intentar esa pose novedosa puede arrancar con un susurro directamente al oído: explíquele cómo es la cuestión. Para no quebrar el ambiente erótico, ese mensaje debería tener un tono ‘hot’. Asimismo, conviene preguntar al final algo como “¿te gustaría hacerlo?”. Aunque si usted ha hecho bien su trabajo, la pregunta solo será una formalidad, mas no una solicitud. Haga la prueba.
De acuerdo a un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior, las mujeres fingen orgasmos por diversos motivos. Lo hacen, por ejemplo, porque quieren mucho al hombre con el que están y porque desean fortalecer su orgullo, por más de que el susodicho no sea precisamente un semental. El miedo, por su parte, también es un gran motivo. Muchas mujeres temen perder a ese varón que en la cama no es muy bueno, pero que fuera de ella es un caballero atento, tierno y responsable. Incluso, puede ser por el pánico que genera la idea de ser abandonadas y reemplazadas por otra mujer que “sí goza en la cama”.
La búsqueda de información para ser un mejor amante puede conducirnos a lugares insospechados. Diversas publicaciones ofrecen tips sexuales que prometen “hacer explotar de placer a la pareja”, “volverla loca” o “llevarla al éxtasis supremo”. Sin embargo, leer estos consejos es una cosa y ponerlos en práctica es otra. Veamos algunos de estos consejos que, probablemente, no sean garantía de orgasmos.
La literatura erótica para mujeres es un boom. Miles de damas en todo el mundo han sucumbido a la tentación de leer diversas obras de alta tensión sexual. La culpa de todo, probablemente, la tiene Cincuenta Sombras de Grey, la saga escrita por la británica E. L. James. Lo cierto es que hay más libros de este corte que apuntan al público femenino. Los personajes de las obras son, por lo general, mujeres que viven una aventura de descubrimiento y liberación sexual. En el caso de Cincuenta Sombras de Grey, los protagonistas –un millonario y una joven universitaria– viven una relación en la que ambos prueban diversos dispositivos y técnicas sexuales. El uso de estos recursos ha inspirado a las lectoras y, además, ha abierto un nicho comercial. Por ejemplo, existen libros que hablan únicamente sobre los objetos empleados en las relaciones sexuales. También hay empresas que venden kits que incluyen látigos, máscaras, vibradores, esposas, bolas metálicas que se insertan en la vagina, paletas para dar nalgadas y otros osados artefactos. Interesante, ¿verdad?
La búsqueda de información para ser un mejor amante puede conducirnos a lugares insospechados. Diversas publicaciones ofrecen tips sexuales que prometen “hacer explotar de placer a la pareja”, “volverla loca” o “llevarla al éxtasis supremo”. Sin embargo, leer estos consejos es una cosa y ponerlos en práctica es otra. Veamos algunos de estos consejos que, probablemente, no sean garantía de orgasmos.
No es necesario. Lo ideal es que ambos lleguen al clímax, no importa si es simultáneamente o uno primero que el otro. Sin embargo, intentar esta proeza puede ser un reto para añadir picante a la dinámica de pareja. Ahora bien, ¿cómo lograr esta sincronización? Es muy difícil, claro que sí. Aceptar el reto implica poner en práctica algunos trucos. El primero: pensar primero en ella. La idea es que el hombre estimule pacientemente a su compañera hasta llevarla a la meseta, que es la fase de antesala al orgasmo. A partir de entonces, el varón debería iniciar recién la penetración. Sin perder la atención en el clítoris de su pareja, el varón debe ser cauto y no dejarse llevar. Es decir, cada vez que sienta que está a punto de eyacular, conviene detenerse por un minuto y, luego, retomar la acción, por lo menos hasta que ambos sientan que, juntos, están a punto de experimentar el máximo placer. Tal vez no funcione en el primer intento, tampoco en el segundo, ni siquiera en el noveno, pero la verdad es que intentarlo, sin presiones y con espíritu lúdico, puede ser muy divertido.
Desde su aparición en 1998, el Viagra ha levantado la moral de miles de hombres en todo el mundo. Varones que creyeron perdida para siempre la consistencia de su virilidad, han retomado con fuerza la actividad sexual. Hoy, además del Viagra, en el mercado existen fármacos para tratar la disfunción eréctil como Cialis o Levitra (por citar dos ejemplos), lo cual enriquece el abanico de opciones. Sin embargo, muchos quieren gozar de estos beneficios sin la asesoría médica necesaria. Qué gran error. Es decir, no estamos hablando de un Panadol o un jarabe para la tos, sino de un medicamento que posee un poderoso efecto vasodilatador. El escenario se agrava si tenemos en cuenta que hay genéricos que se venden a unos cuantos soles. Lo malo de estos productos es que, por lo general, no cuentan con el debido control de calidad. ¿Qué hacer? Si usted considera que tiene problemas de erección, acuda a un especialista. En este caso, un urólogo o un andrólogo. Así podrá saber si, de verdad, requiere medicación. Sea sensato.