Alen Muhic, abandonado por su madre, una musulmana violada por un militar serbio durante la guerra de Bosnia (1992-95), busca, 22 años después, a sus padres biológicos.
Es el héroe de una conmovedora película realizada con el objetivo de romper el tabú sobre estos “hijos invisibles” de los conflictos.
“Lo único que quiero es saber la verdad, descubrir quiénes son, por qué ella me abandonó y por qué él hizo lo que hizo. Porque su acto es un crimen de guerra”, explica Alen a la AFP, unos días después de la presentación en Bosnia del documental-ficción Trampa del hijo invisible.
Este joven fuerte de ojos verdes, enfermero en un hospital en Gorazde (este), el mismo donde nació hace 22 años, en la misma ciudad donde fue adoptado por una familia musulmana, es la primera persona nacida tras una violación durante el conflicto que ha tenido el valor de contar públicamente su historia.
Este filme realizado por el bosnio Semsudin Gegic, muestra el desgarro y el drama de Alen en la búsqueda de sus orígenes. El filme se centra en su “doble identidad, genética y adoptiva”, explica el cineasta a la AFP.
“Estos niños son considerados como ‘invisibles’. He decidido hacer una película en la que Alen se hace visible”, dice el director, que recuerda que Alen es “uno de los miles de niños concebidos por la violencia sexual en los conflictos en todo el mundo”.
Más de 20,000 mujeres, esencialmente musulmanas, fueron violadas durante la guerra de Bosnia, un conflicto que dejó 100,000 muertos y donde al menos nacieron unos 60 niños fruto de estas violaciones. La mayoría fueron abandonados por sus madres.
Al inicio del conflicto, la madre de Alen, de unos treinta años, fue violada en Miljevina (este). Expulsada de su pueblo por las fuerzas serbias por ello, se ha negado hasta ahora a ver al bebé que dio a luz en 1993.
Después, se refugió en Estados Unidos donde fundó una familia y tuvo otros dos hijos, según Gegic. Su identidad no se ha desvelado porque era testigo protegido en el proceso por crímenes de guerra contra su verdugo, el padre biológico de su hijo.
Alen fue adoptado a los siete meses por el conserje del hospital de Gorazde, Muharem Muhic, y su esposa Advija, que tenían dos hijas. “Me adoptó una familia magnífica. Me han criado como si fuera su propio hijo y me han dado todo su amor”, cuenta.
A los diez años, en una pelea en el colegio, un compañero le dijo para vengarse lo que todo el mundo sabía, pero que Alen ignoraba: Muharem y Advija no son sus padres biológicos. Fue su primer trauma.
“Entonces me contaron la verdad. Me enfadé, pero ahora sé que querían protegerme”, explica.
En una sociedad desgarrada por el odio entre sus tres comunidades (musulmana, serbia y croata) que se hicieron la guerra, muchos estaban en contra de la adopción de este tipo de niños.
“Tiene sangre serbia, le decían a mis padres. Cuando crezca os va a degollar. He participado en la película para demostrar lo contrario”, explica Alen. Sin embargo, no ha logrado encontrarse con sus padres biológicos, su padre lo evitó.
PERDONÓ A SU MADRE
“Su madre, sin embargo, ha dado un primer paso tras la salida del filme y desea encontrarse con Alen, incluso delante de la cámara”, dice el director. Alen, que estaba furioso por la decisión de su madre de abandonarlo ha cambiado de opinión.
“No es su culpa. Quizá no podía soportar un dolor así. Fue un enorme trauma para ella, un shock”, dice antes de agregar que la “ha perdonado”.
En cambio, no tiene piedad por su padre biológico, Radmilo Vukovic. “Nadie lo obligó a hacerlo. No se le puede perdonar”, dice.
Radmilo Vukovic, de 62 años, fue condenado en 2007 por un tribunal de crímenes de guerra de Sarajevo a cinco años y medio de cárcel. Pero fue absuelto en un proceso de apelación en 2008 debido a las declaraciones contradictorias” de los testigos.
Sin embargo, pruebas de ADN realizadas durante el proceso han demostrado que es el padre biológico de Alen.
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