Al menos 87 muertos y 167 heridos dejó el terremoto de magnitud 7.2 en la escala de Ritcher que sacudió ayer la región de Visayas, en el centro de Filipinas, y que causó graves daños en las infraestructuras, monumentos y atracciones turísticas de la zona.
El director de la Policía de la región de Visayas Central, el superintendente Danilo Constantino, informó de que 77 personas fallecieron en la isla de Bohol, el epicentro del seísmo, otras nueve en Cebú y una más en la isla de Siquijor.
Constantino añadió que además hay 167 heridos en toda la zona afectada por el terremoto.
El Ejército filipino se sumó a las tareas de búsqueda y asistencia a los damnificados, con dos helicópteros militares dedicados a las tareas de transportar heridos de las zonas más aisladas a los hospitales.
El director del Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas, Renato Solidum, señaló se registraron 241 réplicas, una de las cuales alcanzó los 5.9 grados.
Según Solidum, la energía liberada por el terremoto es similar a la de la explosión de “32 bombas atómicas de Hiroshima”.
Miles de ciudadanos en las zonas afectadas, debido a las réplicas, evitan entrar en edificios y prefieren permanecer en la calle, o huyeron hacia el interior ante el temor de que el poderoso temblor hubiese formado un tsunami, lo que no ha sucedido.
El sismo provocó varios deslizamientos de tierra y causó importantes daños en las infraestructuras de la zona, tanto en hospitales, como en carreteras, puentes, edificios oficiales y en varios monumentos.
En concreto, hasta 14 puentes sufrieron daños considerables, informó el ministro de Obras Públicas y Autopistas, Rogelio Singson.
Diez iglesias históricas se han visto afectadas, entre ellas la Basílica Menor del Santo Niño, en Cebú, considerada como el monumento más antiguo de la Iglesia católica apostólica romana del país y que data del siglo XVI.
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