Felipe I prestó hoy juramento como séptimo rey de Bélgica ante el Parlamento de Bruselas, poco después de que su padre, Alberto II, firmara el acta de abdicación tras casi 20 años de mandato.
“Juro observar la Constitución y las leyes del pueblo belga, preservar la independencia nacional y la integridad del territorio”, dijo el nuevo monarca de 53 años en neerlandés, francés y alemán, las tres lenguas oficiales del país.
En su primer discurso como rey, Felipe declaró que es consciente de la responsabilidad que asume y alentó a los ciudadanos: “La crisis afecta a muchas personas en este país. Quiero alentar a todos a que no se den por vencidos”.
Además, invocó la unidad de Bélgica. “La riqueza de nuestro país (…) está sobre todo en que hagamos una fortaleza de nuestras diferencias. También señaló que Bélgica debe seguir trabajando en el proyecto europeo y terminó su alocución con un “¡viva Bélgica!”.
Miles de personas que portaban banderas de Bélgica se habían congregado frente al palacio real en este soleado y caluroso día de la fiesta nacional para ver a los nuevos soberanos, Felipe y Matilde, saludar desde el balcón. Junto a ellos estaban también sus cuatro hijos, entre ellos la ya princesa heredera Elisabeth, de once años.
Alberto II, de 79 años, alegó motivos de edad y salud cuando anunció su intención de abdicar, como hace poco la reina Beatriz de la vecina Holanda, y al firmar el acta se convirtió en el primer monarca que cede voluntariametne el trono en los 182 años de historia de la casa real belga.
Durante la austera pero emotiva ceremonia, la reina Paola y la nueva reina Matilde no pudieron contener las lágrimas.
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