Una explosión de júbilo general se vive en la Plaza de San Pedro después que la fumata blanca surgiese de la chimenea de la Capilla Sixtina, que significa que los 115 cardenales han elegido al sucesor de Benedicto XVI.
A la par de la fumata blanca, las campanas de la Basílica de San Pedro han repicado dando la buena nueva al pontífice, que pasará a la llamada sala de las lágrimas para vestirse con sotana blanca y zapatos rojos.
La gente se abraza, llora, y saluda hacia la Basílica donde está el balcón principal engalanado con terciopelo granate y desde el que el nuevo papa se asomará para pronunciar sus primeras palabras como pontífice al mundo
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