Yo no sé mañana

Fritz Du Bois,La opinión del director
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Así tenemos que de los siete miembros que conforman el Tribunal Constitucional, un vocal lleva más de tres años esperando que nombren a su reemplazo, mientras que otro ya tiene en esa situación dos años y cuatro vocales adicionales están por cumplir un año desde que se les venció el plazo. Con lo que el presidente del tribunal es el único al cual no se le ha vencido el mandato.

De esa manera, los encargados de decidir si las leyes son constitucionales y consolidar el marco legal peruano no tienen horizonte alguno, no saben si seguirán mañana en el tribunal.

En realidad, ellos tienen igual posibilidad de ser cambiados en cualquier momento, si el Congreso cumple de pronto con su función, o de quedarse eternamente en la precariedad de ser simplemente encargados, esperando que sus reemplazantes sean nombrados.

Por otro lado, esa inestabilidad tiene necesariamente que afectarlos y con ello sus fallos. Si tuvieran claro los plazos con los que cuentan para decidir los casos, especialmente los que sientan jurisprudencia, se podrían preparar adecuadamente e ir fijando un cronograma para gradualmente resolverlos con tiempo y estudiarlos y debatirlos antes de publicarlos.

Sin embargo, la precariedad juega en el sentido contrario. Hay miles de casos acumulados que van desde la reforma del sistema privado de pensiones hasta el pedido de libertad del encarcelado hermano del mandatario. Incluso, el atraso se está agravando y ya se ve en el horizonte la silueta de la primera dama, camino a formalizar su campaña, pidiendo una aclaración sobre su derecho constitucional a ser candidata.

Al final, la debilidad institucional facilita la capacidad de presión de los gobernantes, quienes deben de estar encantados con la situación. Es urgente que los parlamentarios cumplan con su trabajo.