Fritz Du Bois, La opinión del director
Pese al aura que se le está fabricando de ser una siniestra trampa, la revocatoria no es más que un proceso diseñado para permitir a los ciudadanos cuestionar a las autoridades que no están cumpliendo con su trabajo. Por otro lado, en una muestra de oportunismo político tan peruano, quienes fueron inicialmente los más entusiastas con el esquema de revocar están ahora intentando desacreditarlo al ser allegados de quienes están siendo cuestionados. Por nuestra parte, consideramos que, al margen de si el alcalde o presidente regional en cuestión es de derecha, centro o izquierda, el mecanismo sigue siendo perfectamente válido.
Más aún, la revocatoria es un sistema que debería llevar a mejorar la eficiencia de los gobiernos al margen del resultado. Ello debido a que debería obligar a un debate amplio sobre el manejo municipal o regional. De esa manera, siendo o no revocada la autoridad, quien queda a cargo tendría claro qué es lo que el electorado está esperando. Lamentablemente, en el caso de Lima parece que estamos camino a repetir la campaña tan negativa de la segunda vuelta hace un par de años. Recordemos que no existieron mayores propuestas ni debates imaginativos o alturados. En ese entonces, soportamos más de dos meses de insultos y ataques personalizados, ningún candidato ofreció visión alguna al electorado. Fue una campaña muy polarizada con mala sangre que dejó una marcada división entre los peruanos.
Por eso, vemos con preocupación el tono demagógico que ambos campos están adoptando. En lugar de discutir, por decir, las necesidades de infraestructura de la capital, se intenta simplificar la revocatoria planteando una inexistente línea entre decencia y corrupción, cuando deberían analizar con profundidad el motivo por el cual es tan ineficiente esta gestión. En el otro lado, en vez de plantear algo concreto para solucionar la inseguridad, por ejemplo, se busca por todos los medios inflar los resultados del antecesor. Claramente, su objetivo no declarado es preparar el retorno de quien no está dispuesto a dar la cara y liderar el movimiento en contra de la actual administración.
En el medio nos encontramos agobiados nueve millones de limeños sufriendo las consecuencias de sucesivos gobiernos municipales que no han realizado un trabajo adecuado, por lo que la calidad de vida en la capital se ha venido consistentemente deteriorando. Situación que ha llegado a un extremo con Villarán, quien ha demostrado una incapacidad que hubiera sido difícil imaginar. Lo que, a su vez, se refleja en unos niveles impresionantes de desaprobación por parte de la población.
Al final, si bien la mayoría quisiéramos que la revocatoria fuera un ejercicio positivo de donde emane finalmente un gobierno municipal que sea eficiente y tenga un derrotero claro, mucho me temo que elegir lo menos malo volverá a ser lo único que nos estén planteando.
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