Fritz Du Bois,La opinión del director
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Así, los parlamentarios han decidido aumentarse sus ingresos en 36 por ciento. Además, se han excluido del requisito de concurso público para comprar terrenos, construir sedes descentralizadas, contratar más personal, entre otros gastos. En fin, el Congreso se está colocando al margen de la regulación que ellos mismos han aprobado y están exigiendo estricto cumplimiento al resto de entidades del estado.
Imaginémonos, por un momento, que todos en el sector público aplicaran esa indisciplina, el aumento de sueldos que se han autodecretado llevado a toda la planilla estatal significaría casi 10 mil millones de soles adicionales el próximo año. Mientras que el comprar todo a dedo y el nombrar allegados sin tener que justificarlo tendría un costo aún más elevado. Con lo cual estamos seguros de que si el resto del estado actuara como el Parlamento, nuestro país estaría totalmente quebrado.
Más aún, no es un Congreso barato ni mucho menos. Si consideramos el presupuesto que se han asignado, cada legislador le termina costando al contribuyente casi millón y medio de dólares al año.
Al final, en lugar de predicar que el orden y cuidado en el manejo de los recursos de todos los peruanos es lo adecuado, les están diciendo a los funcionarios públicos que cada sector busque la manera de escaparse del control en el gasto. En realidad, es enorme el daño que puede causar el mal ejemplo que están dando. Incluso, uno se pregunta qué pasaría si en el contexto de una crisis internacional o de algún desastre natural fueran necesarias medidas de austeridad de inmediato. ¿Con qué autoridad moral el actual Legislativo va a pedirles sacrificio a los ciudadanos?
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