Fernando Maestre,Opina.21
fmaestre@peru21.com
Existen muchas familias que padecen de este problema, el padre biológico está ausente y los hijos viven con la madre y con su nuevo compromiso. En este grupo familiar se habrá de producir la necesidad de que alguien lleve adelante la conducta del hijo. Ahí surge el problema puesto que los hijos no suelen aceptar de buena gana la intervención de los padrastros, sobre todo si son adolescentes. Se resisten a él, lo desobedecen, amenazan a las madres y terminan pronunciando: “él no me manda porque no es mi padre”. Este problema se puede resolver si es que se siguen los siguientes consejos: Primero, el hijo no aceptará que el padrastro lo eduque por la fuerza. Es la madre la que tiene que imponer la autoridad del padrastro. Segundo, el padrastro deberá funcionar inicialmente como un amigo, explicándole por qué la familia tiene que estar unida y seguir las indicaciones de una autoridad. En tercer lugar, el padrastro debe mostrar cariño hacia los jóvenes y darles tiempo. Todo hijo necesita saber que hay una autoridad que lo apoyará. Si los hijos notan que el padrastro ama a la madre, el problema estará resuelto.
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