Augusto Thorndike,Opina.21
Columnista invitado
Yo salía a darme un respiro entre presentaciones y me lo encontré cara a cara.
“Señor Ministro”, le sonreí al extenderle mi saludo.
“Augusto, ¿cómo estás?”, respondió serio.
Su gesto adusto, imperturbable, me dio un poco de miedo. Exhaló ruidosamente al soltarme la mano y siguió su camino hacia el camerino de invitados para que lo maquillen antes de la entrevista. Fui corriendo al switcher para avisarle a mis productores.
“Llegó Castilla”, anuncié y todas las miradas se desconectaron por un instante de los hipnóticos monitores.
“¿Qué cara tiene?” preguntó la directora del programa.
“Parece que viene a matar a alguien”, informé.
Durante el fin de semana, los productores estuvieron a la caza de un entrevistado de peso para que explique la crisis en el Ejecutivo, pero nadie del gobierno quería dar la cara en el primetime.
El sábado por la noche se disipó la duda, sería el propio ministro Miguel Castilla el encargado de “aclarar” este tema aduciendo que la Remuneración Mínima Vital era su competencia.
Cuando finalmente Castilla entró al set estaba sereno, como si tuviera un póquer de ases entre manos. No hubo que hurgar mucho, él mismo soltó la bomba:
“Aquí están las declaraciones en (el diario) Gestión, el Primer Ministro (César Villanueva) asegura que discutió el aumento del sueldo mínimo con usted”, afirmé.
“Nunca hemos hablado del tema”, sentenció con frialdad el ministro.
Sus palabras quedaron resonando un instante como el disparo de un rifle.
Terminada la entrevista se despidió de una manera cortés, sonrió aliviado y despareció detrás de las luces del estudio. Parecía un francotirador regresando a la base luego de una misión exitosa.
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