Fritz Du Bois,La opinión del director
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Más aún, al margen de fluctuantes romances y de divorcios eventuales, parece que todos tienen sus intereses muy claros ya que participan, sin excepción, de los lucrativos –y poco santos– negocios que son generados desde el penal con diversas autoridades por el golpista condenado. Sin duda, los personajes involucrados en esta peculiar situación parecen actuar de un modo muy civilizado.
Sin embargo, el fin de semana pasado, uno de ellos –justamente el esposo traicionado– perdió la compostura y embriagado a grito pelado reclamó que era ‘el dueño del país’ y que no quería pagar por lo que había tomado. Incluso amenazó con ‘enviar a Puno’ (¿?) a los efectivos que lo arrestaron, y dijo que era él quien ‘manejaba el Perú gracias a Ollanta y a Antauro”.
En realidad, a nosotros nos sería imposible interpretar el motivo por el cual le está tan agradecido a Antauro. Uno hubiera pensado que sería lo contrario. Pero, en todo caso, lo que sí era evidente es que se sentía impune frente a la fuerza policial dada su cercanía al poder al nivel más alto.
Por otro lado, coincidentemente, al día siguiente de ese incidente se propaló otro audio sobre el intento de soborno a la alcaldesa de Tocache para que los favorezca con contratos millonarios. Ilegal tentativa que su hermano, el empresario, habría llevado a cabo.
Con lo cual, en el espacio de solo un día presenciamos una película pero que no era graciosa sino más bien sórdida y que desnudó los privilegios de quien propició el asesinato de cuatro policías en el ‘Andahuaylazo’. A ver si el ministro de Justicia y sus subalternos dejan de atacar a opositores para cumplir con su trabajo, antes de que explote otro escándalo.
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