Lucía de Althaus,Opina.21
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Hay niños a los que todo les incomoda: las etiquetas de los pantalones, las medias mal puestas, los zapatos, etc. Esto nos desespera, nos peleamos para que se pongan el precioso pantalón que les hemos comprado, ellos se resisten, lloran, y al final se ponen lo que quieren y sentimos que nos ganaron. Pero si además un niño así presenta intolerancia a los ruidos fuertes, le cuesta ir al cine por lo estruendoso de los sonidos y las imágenes, podríamos pensar que no es engreimiento sino que presenta el síndrome de “hipersensibilidad sensitiva”. Esto, sin permitir que se convierta en una etiqueta, nos dice que sus sentidos son muy sensibles; sonidos y sensaciones corporales que para unos son normales, para ellos son sentidos con más intensidad generando irritabilidad. Esta característica va desapareciendo con el tiempo y no es un problema en sí mismo, pero lo que sí se convierte en un problema es el desencuentro entre el niño y el adulto, quien por desconocimiento piensa que su hijo es un caprichoso, generando desgaste en la relación. A los niños que presentan esa alta sensibilidad hay que respetarlos en sus elecciones y esperar a que con el tiempo sus sentidos se vayan regulando.
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