Fritz Du Bois,La opinión del director
Las dos grandes amenazas que tenemos los peruanos para no seguir disfrutando de un crecimiento alto son la crisis internacional y el riesgo de que los conflictos sociales se les vayan al Gobierno de las manos.
Sobre la primera, lo único que se puede hacer para protegerse es mantener un manejo económico coherente. En este campo, el Gobierno está haciendo un trabajo adecuado, por lo que sería absurdo efectuar algún giro dramático.
Lamentablemente, es en el laberinto de los conflictos sociales donde el Gobierno se ha extraviado y se la pasa efectuando giros a diario, lo que lo está dejando mal parado. El último caso ha sido el aeropuerto de Junín, sobre el cual, ni bien algunos desadaptados se le enfrentaron, dio marcha atrás de inmediato.
Esta nueva muestra de retroceso, sumada al error de haber facilitado que el proyecto de Conga sea enterrado –liberando a las hordas de los antimineros para que puedan buscar su próxima víctima en otro lado–, nos puede costar muy caro. Ya que, al final de cuentas, la señal de debilidad que les están dando a los extremistas que quieren que Humala termine desbarrancado es que el Gobierno, ni bien ve llantas quemadas y carreteras bloqueadas, se allana en el acto.
En realidad, luego de más de un año va quedando claro que se trata de un gobierno incapaz de sostener una posición , que es fácilmente atemorizado y que tiene evidentes deficiencias para darse cuenta a tiempo sobre los conflictos que le están fabricando. Sin duda, la explosión en Jauja los agarró con los pantalones abajo.
Por ello, debería de revisar con urgencia tanto la falta de un servicio de inteligencia que cumpla con su tarea como a los encargados de prevenir conflictos, los que siempre llegan cuando el asunto ya ha explotado. Si bien esas deficiencias y desamparo se vienen arrastrando desde hace años, la situación se está agravando.
Incluso, es claramente un error –como lo fue el anunciar con bombos y platillos el cambio de estrategia hacia el dialogo– el colocar como responsable de resolver conflictos a un político que tiene su propia agenda y carrera, por lo que no va a correrse el riesgo de ser visto públicamente fracasando. Cuando lo que se requiere es un negociador profesional que esté dispuesto asumir riesgos y tomar una posición. Más aún Espinar, donde el Gobierno sí actuó con firmeza y decisión, es el único conflicto que está camino a ser solucionado.
Felizmente que estamos por entrar a la temporada de lluvias, lo cual tiende a enfriar el ímpetu de los más exaltados. Así que, en un par de meses más, el Gobierno podrá respirar tranquilo hasta el final del primer trimestre del próximo año. Ojalá que para entonces sí estén debidamente preparados.
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