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"Da vergüenza mostrar nuestras universidades"

“La Asamblea Nacional de Rectores (ANR) debería estar sepultada hace mucho tiempo. Ha sido un retroceso para la educación peruana. Ha sido nido de ineficiencia y corrupción. Ya se nombró la comisión de transferencia y ya debe estar desactivándose”.

Daniel Mora en entrevista con Perú21. (Nancy Dueñas)

Daniel Mora,Congresista
Autor: GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com

Cinco grupos parlamentarios han presentado una acción de inconstitucionalidad contra la Ley Universitaria. En esta entrevista, Daniel Mora, su gestor, defiende la iniciativa que promovió.

¿Por qué la nueva Ley Universitaria no es inconstitucional?
Una de las principales objeciones a la nueva ley es la creación de la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu). Esta medida no es inconstitucional porque creamos esta institución a raíz de una sentencia, la 17, que el Tribunal Constitucional (TC) emitió en 2010. Allí se ordena que el Congreso cree una superintendencia, pues se había comprobado que el Consejo Nacional para la Autorización de Funcionamiento de Universidades (Conafu) no funcionaba, no era objetivo y creaba universidades a diestra y siniestra, y sin velar por su calidad. Además, no es inconstitucional porque el artículo 16 de la Constitución señala que el Estado debe garantizar la calidad educativa. Y eso hace la nueva ley. Y le doy otro dato: los propios fujimoristas promovieron la creación de una superintendencia…

Una cosa son los nombres y otra las funciones…
Era peor. Nuestra superintendencia es light a su lado. Su superintendencia estaba adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), tenía cinco integrantes y dependía del Ejecutivo; la que nosotros hemos creado tiene siete miembros y solo uno proviene del Ejecutivo. Además, destinaban, para el sostén de su superintendencia, el 1% de los ingresos de las universidades privadas. Nosotros ni siquiera tocamos sus ingresos. Los fujimoristas firmantes de esa propuesta fueron Martha Moyano, Cecilia Chacón, María Luisa Cuculiza y otros. Seamos claros: su cambio de posición no es por un tema principista, ni siquiera político, sino por defender intereses personales: dentro del fujimorismo hay varios dueños de universidades.

La autonomía universitaria está prevista en la Constitución, y el reclamo de los grupos parlamentarios que han presentado la acción de inconstitucionalidad contra la nueva Ley Universitaria viene por ese lado…
Ellos están falseando la verdad. ¿Qué dice la nueva ley sobre la autonomía? Primero, la reconoce, y se mantiene en lo normativo, en la autonomía de gobierno, en lo académico, etcétera. El tema acá es la calidad, y en eso hemos incidido. Además, si tanto reclaman autonomía, que empiecen por casa. ¿Usted cree que estas universidades le rinden cuentas al estudiantado, a sus docentes? No. Pelean por una autonomía que nunca dieron. Y si nos vamos al tema docente, si en todo el mundo para ser profesor universitario se pide el grado de doctor, ¿por qué acá no? Pero no crea que hemos sido inflexibles: viendo nuestra realidad hemos exigido el grado de maestría para enseñar en el pregrado, pero (ello se aplicará definitivamente) en un plazo de cinco años, ni siquiera de inmediato. Repito, hay que ser claros y decir la verdad: a ellos solo les preocupa la plata, saber cuánto afecta económicamente la nueva ley a sus universidades. La calidad demandará mayores inversiones, y esta gente no está dispuesta a hacerlas.

Ustedes piden que el 25% de los docentes universitarios lo sean a tiempo completo. ¿No es eso una contradicción con el objetivo de aumentar la calidad? Con lo poco que pagan las universidades, los mejores profesionales se dedican a otras actividades y son solo profesores por generosidad y algo de prestigio.
¡Que inviertan! Sus profesores deben ganar más, pero ese es el problema de muchas universidades peruanas: quieren llevarse la torta completa. La nueva Ley Universitaria es promotora de la inversión privada; por ejemplo, permite la reinversión de utilidades. Repito: lo único que controlaremos es su calidad y que no estafen a sus alumnos, y esto se da en todas partes del mundo; el Perú era uno de los pocos lugares del planeta que no regulaba sus universidades. En verdad se lo digo: da vergüenza mostrar la universidad peruana en el exterior.

Volvamos a la autonomía: con la nueva ley, las universidades dependen del Ministerio de Educación. ¿Acaso esto no vulnera su autonomía?
Acá nos acostumbramos a que ese ministerio desatendiese la educación universitaria y tenía temor de ‘meterse’ con la masa universitaria, no quería ganarse problemas. Por eso, el sistema universitario creció a su propio albedrío, autorregulándose, ¡y mire lo que resultó, un desastre! Hay universidades que tienen hasta 32 empresas, ¿y quién controla esos recursos? Nadie.

No tiene nada de malo que generen recursos…
Así es, pero lo bueno sería que ese dinero lo usen para mejorar su calidad educativa, no para mejorar los bolsillos de sus propietarios, de sus gestores. Repito: no estamos en contra de la universidad lucrativa, solo le exigimos calidad.

¿Pero ese no es un problema de gestión antes que de ley?
No, porque la antigua ley universitaria no se preocupaba por la calidad. Por eso se deterioró tanto nuestra universidad: hay impresentables que hoy ostentan el cargo de rector, y que no se sabe ni dónde ni cómo consiguieron su rango de doctor. Por eso, una de las primeras tareas de Sunedu será auditar los grados y títulos otorgados durante los últimos diez años. Se llegó al extremo de obtener maestrías y doctorados en Ingeniería ¡a distancia! La nueva ley exige ahora cursos presenciales.

Pero la tecnología ha avanzado y las carreras a distancia, gracias a Internet, son posibles.
Eso es un sofisma del cual los vivos se aprovechan. Yo sé y siento que el futuro es ese, que uno pueda recibirse de profesional desde su casa, pero en el Perú se hizo una trampa con eso. Acá ingresan universidades extranjeras a diestra y siniestra, que ni siquiera pagan sus impuestos en nuestro país y se dedican a regalar títulos que no tienen validez ni en su propio país. En el Perú hemos prostituido los títulos a distancia, hemos impuesto el facilismo, y universidades de pacotilla, ‘chicha’, arman cualquier cosa, ni siquiera evalúan a sus alumnos, y regalan sus títulos. Por eso, para ser docente de una universidad, las maestrías y doctorados deben ser presenciales.

¿No será que el espíritu de este gobierno es el de la sobrerregulación? Hay sobrerregulación en la economía, ahora en la educación…
No, acá ha habido una sobre-autorregulación. Durante los últimos 30 años, las universidades peruanas se autorregularon y ese esquema no funcionó.

¿No se están yendo al otro extremo?
No. Salgamos de la posición dogmática que señala que el mercado lo asigna, lo corrige todo. La educación, la salud, la justicia y la seguridad no pueden dejarse a la libre oferta y demanda, a las fuerzas del mercado. La educación es un bien social, un servicio público esencial, un derecho fundamental; no puede ser tratada como una mercancía, como una galleta, como un caramelo; no puede tratarse al estudiante como un cliente comercial. A nuestra universidad actual solo le interesa lucrar. No le interesa el profesional que sale de sus aulas, si este será bueno para su institución, para su familia, para su sociedad, para el país. Y esto porque se aprovechan del facilismo de muchos estudiantes, que solo se preocupan por un título sin importarles si este les va a servir o no. Esta es la diferencia entre un bien social, como es la buena educación, y una mercancía, que es lo que tenemos hasta hoy.

AUTOFICHA

■ La universidad peruana es de las peores en América Latina y el mundo. La PUCP, que es la mejor ubicada, ocupa el puesto 27 en América Latina; San Marcos, el 55, pero en el mundo están sobre el puesto 800.

■ La nueva ley exige que el 25% de los profesores universitarios lo sean a tiempo completo. Esto porque necesitamos que haya desarrollo intelectual e identificación con la institución.

■ La ley contempla, en el caso de las artes, que los artistas destacados puedan ser docentes sin necesidad de una maestría. Y acá no solo hablamos de personas como Szyszlo o Vargas Llosa, sino de nuestros artesanos.


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