Fritz Du Bois,La opinión del director
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Así tenemos que, en lugar de competir bajando costos, las AFP que están actualmente en el mercado apuestan, más bien, por la eventual apatía para no cambiar de empresa por parte del afiliado.
Asimismo, algunas estarían confiadas en las planillas vinculadas para contar con un piso asegurado. Mientras otras administradoras intentarán convencer a sus clientes de que serán compensados a través de una mayor rentabilidad, aunque el diferencial es tan amplio que uno duda de que puedan lograrlo.
En realidad, es claro que lo que ha primado en las AFP es una estrategia ultradefensiva. Resignadas a perder parte de su cartera, están asumiendo que los que se irán serán los de ingresos más bajos, al ser los más interesados en aumentar su liquidez de inmediato. Los que queden pagarán un costo relativamente alto, lo cual, sumado a una reducción de gastos, debería asegurarles un resultado adecuado.
Sin embargo, es una lástima que, cegadas por el corto plazo, estén desaprovechando una gran oportunidad para que el sistema sea consolidado. Las principales deficiencias estructurales que enfrentan son el alto nivel de informalidad y el explosivo crecimiento del esquema público –propiciado por quienes no creen en el privado–, que es una ‘bomba de tiempo’ al estar quebrado.
En el primer caso se requiere del apoyo del Estado para que el incipiente proceso de formalización laboral sea acelerado. Mientras que el segundo riesgo se soluciona con el Congreso, estableciendo un solo sistema de cuentas individuales al margen de quién las esté administrando. Lamentablemente, luego del ‘baldazo’, es difícil que el Gobierno tenga ganas de andar reformando.
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