18.MAY Sábado, 2024
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"El arte nunca ha sido más feo que ahora"

“Mi casa tiene vista al mar, pero pinto sin mirarlo, incluso he pensado en tapiar las paredes. Pinto con luz artificial, pues trabajo de noche. salgo poco, porque salir es interrumpirme”, nos dice el pintor José Tola.

Foto: Nancy Dueñas.
Foto: Nancy Dueñas.

José Tola,Pintor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Yo hablo con mis manos, tú escuchas con tus ojos es la nueva individual del pintor José Tola. Una muestra que, sin duda, impresiona. Impresiónese en la Sala Luis Miró Quesada (Larco 400, Miraflores).

Yo hablo con mis manos, tú escuchas con tus ojos es producto de una travesía…
La travesía es la existencia misma. Como en el poema Ítaca, de Kavafis, cuando uno pinta va en camino de su Ítaca. Yo pinto para tener una comunicación con el espectador, deseo que tome conciencia a otro nivel, que vea la realidad y el proceso histórico por el que atravesamos y, asimismo, su problemática interior. Es un proceso circular, total.

¿Cómo tomas la circunstancia de que lo que deseas comunicar muchas veces no sea percibido por el espectador?
Eso es algo bastante común. Pero, igual, uno conserva la esperanza de, en el futuro, ser entendido correctamente (ríe).

Usas el término ‘correcto’. ¿Crees que en tu arte solo tú tienes la razón?
No, hasta con mi propia obra, mi visión es personal. La razón queda en el pasado, quizás como una utopía que quiere plasmarse en el cuadro. Ahora, la ventaja de la pintura sobre las otras artes es que, en ella, tienes la visión inmediata, mientras que en la literatura, en la música, hay que desarrollar un proceso de abstracción que el arte no necesariamente requiere… por eso digo que “yo hablo con mis manos…”.

¿Qué tan artesano eres?
Manualmente soy bastante bueno (ríe), pero la pintura es una cuestión de planteamiento, de experiencias, de conocimiento. Yo, por lo general, no hago bocetos, estos solo aparecen cuando me encuentro en una encrucijada. Esta es una muestra especial, es un cambio dentro de mi expresión; salgo del lienzo y opto por los ensambles, además, aquí se hace evidente que le tengo un horror espantoso al vacío (ríe).

¿Qué tan instintivo y qué tan racional eres?
Yo no creo que exista la inspiración: yo planeo mentalmente un cuadro y lo desarrollo, y si tengo que agregar algo, romper una línea, lo hago, por ello, los de esta muestra me han salido informes (ríe); en mi obra no hay una narración, pero sí una continuidad. Es como un cuento… pero sin narrativa. La simbología de las imágenes es distinta a la de la literatura, no hay palabras para expresarla. ¡Cómo contarte lo que hay en un cuadro!, no podría.

Uno de los cuadros de la muestra se llama Al lado de la belleza, la felicidad es solo una diminuta estrella fugaz…
Los títulos aparecen cuando he avanzado la mitad del cuatro y, muchas veces, no responden al cuadro en sí sino a un estado de gracia donde palabras y creación se unen formando algo poético. Y, bueno, la verdad es que la belleza puede ser permanente; la felicidad, no. Pero, ojo, acá hablo de la belleza interior, no de la belleza del arte; de un proceso personal, no artístico.

¿Arte, belleza, estética?
Hablar de belleza y estética es relativo; el arte nunca ha sido más feo que ahora (risas). En los cánones de Caravaggio, de Leonardo, de Rafael, uno sí veía una belleza, una estética, pero si uno observa un cuadro contemporáneo, esta no está.

¿Cuánto caos hay en tu proceso creativo?
El caos hay que aceptarlo, asimilarlo y, luego, razonarlo y salir de él. Si te quedas en el caos es como bajar al infierno y no regresar; uno no debe hacer esos viajes por gusto (risas).

¿Te interesa ser un artista ‘popular’?
Mi galería es Lucía de la Puente, y si esta vez expongo en la Miró Quesada es para llegar más a un público general. Y no es cuestión de popularidad sino de comunicación. Repito, lo ideal de todo artista es que te miren, que te lean, que te escuchen.

En el Malecón de Miraflores se acaba de inaugurar una escultura tuya…
Llama a eso una cuestión de difusión. Hace poco expuse en Pancho Fierro parte de mi colección de arte, y allí me di cuenta del enorme interés de la gente joven por el arte. Dime altruista si quieres, pero sí me interesa elevar el nivel cultural del país. En el Perú, si uno no hace proyectos y proyectos te pudres. Por ejemplo, estoy por sacar un libro que se llamará ‘La felicidad tiene sus días tristes’ (ríe), que es el nombre de un cuadro mío de 2004, luego me voy a Trujillo a reunirme con los estudiantes de Bellas Artes y, después, haré unos grabados. Si no te llenas de contenidos así, aquí la realidad es bien pobre.

Ahora que eres un hombre grande, ¿qué tan grandes son tus sueños?
He encontrado un montón de razones para desalentarme, pero tengo muchas ilusiones por mi trabajo, por innovar, por crear, por encontrar nuevas formas de expresarme.

¿Qué te ilusiona?
Mira, me he pasado una vida en el arte y, al final, te das cuenta que todos tus sueños e ideales no llegan a ningún lado, que tu única realidad, que tu gran logro, es una habitación, una celda, de 2×2.

AUTOFICHA

- Las flechas de mis cuadros, como no tienen dirección, indican ‘caos’. Las cruces son una referencia a la muerte y a lo oscuro de nuestro destino (ríe).

- En las instituciones estatales ven a la cultura como huacas, arqueología. Para llegar a la cultura moderna les falta un gran trecho.

- Pronto estaré en Trujillo, hablando con los estudiantes de Bellas Artes. Ya he hecho lo mismo en Arequipa y Cusco. El contacto con los artistas jóvenes me interesa.


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