¿Un escritor puede, en verdad, contarlo todo? ¿Cuál es el límite entre su libertad creativa y ese ámbito de privacidad necesario para la convivencia social, familiar, humana?
[‘Otras ciudades del desierto’ inicia temporada 2015 del Teatro La Plaza]
Este es uno de los temas que plantea la obra Otras ciudades del desierto, el nuevo montaje del teatro La Plaza escrito por el dramaturgo estadounidense Jon Robin Baitz (Los Ángeles, 1961) y que, de la mano de Juan Carlos Fisher, tiene su estreno absoluto en Latinoamérica.
LA VERDAD DE LAS MENTIRAS
Es Navidad y Brooke regresa a casa a pasar la fiesta con su familia: sus padres, su tía y su hermano menor. Pero no viene sola: después de un proceso doloroso de crisis emocional y literaria, al fin ha podido escribir su primer libro, una novela que, por ceñirse estrictamente a la ‘verdad’, mejor dicho a su ‘verdad’, prefiere llamar “memoria”.
En ella narra los dolorosísimos sucesos que llevaron a su hermano mayor al suicidio. Según su visión de las cosas, la responsabilidad de este hecho recae en sus padres, un par de militantes del Partido Republicano, millonarios y conservadores.
Brooke –en la piel de Wendy Vásquez– ha tomado la escritura de su libro como una catarsis liberadora y siente que, a pesar de las ‘infidencias’ familiares, sus padres no deberían objetar la publicación de la novela.
Pero estos, encarnados por los estupendos Alberto Ísola (Lyman Wyeth) y Martha Figueroa (Polly Wyeth), no piensan así y sienten que su hija se ha excedido, que hay episodios que no deben hacerse públicos bajo ninguna circunstancia –incluso bajo el velo de la ficción literaria- y que, además, la visión de las cosas de Brooke no constituye necesariamente la ‘verdad’.
Ética, visión personal, libertad creativa, privacidad, verdad, libertad individual, bien común, armonía y convivencia social son algunas de las cuestiones planteadas en esta obra ambientada en EE.UU. después de los ataques del 11S, momento histórico donde una parte de la sociedad estadounidense se vio forzada a sacarse la venda de los ojos y darse cuenta de que todos somos vulnerables… por las acciones de los otros y también de los nuestros.
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