El director de _Capote (2005) está de vuelta con otro drama tétrico basado en hechos reales: _Foxcatcher. Si aquella vez partía de un artista consagrado y la dolorosa gestación de su obra maestra, aquí la fuente de inspiración es una crónica policial ambientada en la lucha libre, deporte que suele ser objeto de burlas y vilipendios.
Podría parecer un cambio radical de escenario y de personajes, pero ambos filmes exploran el mismo tema: el encuentro trágico y violento de dos mundos separados por una barrera invisible, el choque de dos realidades irreconciliables.
En Capote, la pesquisa de su obsesivo protagonista conducía al descubrimiento de una América auténtica, profunda, cruel. En Foxcatcher, el aprendizaje es de las relaciones de poder; muestra cómo un simple y humilde atleta también forma parte de un sistema corrupto basado en la explotación. Escapar de este círculo vicioso es casi imposible.
Foxcatcher es el cuarto largometraje de Bennett Miller, y su trabajo más cautivante hasta la fecha. Cinta madura y reposada, quizá ‘antideportiva’. Pese a que los entrenamientos y las competencias ocupan una parte importante de la narración, son contemplados a la distancia y desprovistos de glorificación.
La cinta tiene más que ver con las derrotas que con los triunfos, con la soledad y las carencias afectivas. Mark Schultz (Channing Tatum) es el campeón olímpico que quiere ser el mejor del mundo. En su camino se cruza John E. du Pont (Steve Carell), uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, quien anhela ser su benefactor motivado por su amor al deporte y la patria.
Cuando la acción se traslada a casa de Du Pont, asistimos en Foxcatcher a un relato de vampirismo y misterio. Parte Nosferatu, parte Norman Bates, Du Pont es un freak bendecido por la fortuna que aspira a conducir su propio rebaño, ser el guía espiritual; absorbe lo que más admira de ellos y luego busca destruirlos.
Su contraparte es Dave Schultz (Mark Ruffalo), que encarna todo lo opuesto: líder nato, hombre de valores familiares. Pero estas relaciones están enajenadas por el poder, el dinero y la competición. Foxcatcher demuestra que Hollywood aún puede crear un cine negro.
Por: Claudio Cordero (@ccordero_cine)
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