Zoraida Peña
Durante los últimos ocho años, Efraín Aguilar se convirtió en el productor más exitoso de la televisión nacional gracias al hito popular que marcó la teleserie Al fondo hay sitio, que esta noche llega a su fin.
¿Cómo te sientes a pocas horas del final de Al fondo hay sitio, que ha hecho historia?
Evidentemente, con mucha nostalgia ver que ya falta poco para terminar. Nuestro agradecimiento será permanente.
En estos ocho años con la serie, ¿con qué recuerdos te quedas?
Quizás con el acercamiento entre actores, productores, directores. Me he convertido más en un papá que en un productor. Ser el consuelo y el alentador, el no dejar que se les levanten los pies (del piso) sin un trato especial y con mucho respeto. Los voy a llevar permanentemente en mi corazón tanto a los actores jóvenes como a los experimentados. Han sabido reconocer en mí que el mérito es saber conversar con ellos.
A pesar de que has sido un productor muy estricto, la relación fue de padre e hijos.
Yo siempre he estado al tanto de todo en el sentido personal. Siempre he sabido de sus problemas y sus necesidades. Creo que ellos me tienen mucho cariño por eso, porque los he escuchado. A veces hemos discrepado, pero son las discrepancias lógicas de seres civilizados.
¿Cómo manejaste los conflictos entre tus actores?
Buscar la conciliación lo más civilizadamente posible. Conversar con ellos y que cada quien pueda pensar políticamente lo que quiera, pero esos problemas no tienen que ingresar a la sala de grabación. Todos los problemas que puedan tener quedan de la puerta hacia afuera. El diálogo ha sido fundamental, nosotros todos los primeros lunes de cada mes hacíamos reuniones de autocríticas, así hemos podido llevar un ánimo familiar.
¿Crees que Al fondo hay sitio fue una escuela para muchos actores jóvenes de la cartelera nacional?
Si hay algo en mi carrera, en cuanto a una línea de conducta, ha sido formar actores desde el principio, como con Risas y salsa, cuando hice Taxista ra, ra, luego con Mil oficios. Siempre he buscado una mixtura.
¿Cuál crees que ha sido el capítulo más difícil de grabar en esta serie?
Para ser sincero, los directores son los que asumen las responsabilidades de las grabaciones, tanto Toño Vega como Koki Tapia. Para mí han sido muchas las escenas difíciles de hacer. Por ejemplo, el primer capítulo con lo de la muerte de ‘Luchito’, el vuelco del carro. También muchas escenas de matrimonios apoteósicos. Han sido 1,340 capítulos escritos y al aire casi 1,500.
Como el patriarca de Al fondo hay sitio, ¿qué te parece la nueva serie de Gigio Aranda, De vuelta al barrio?
De Al fondo hay sitio ha salido una promoción estupenda de actores para la televisión nacional y la calidad de Gigio con sus libretistas está garantizada. Y he abogado para que el equipo técnico y de producción no se desorganice, y con Gigio produciendo, me siento más que satisfecho, feliz de dejar la posta para que sigan produciendo ellos.
¿Qué expectativas tienes con el final de Al fondo hay sitio?
Yo he visto la grabación de los tres finales y la verdad no sé cuál escoger. Cualquiera va a sorprender y si se filtra algo, pues lo cambiaremos, porque el capítulo final tiene que ser sorpresivo, como se merece. Lo que sí creo es que la nostalgia que voy a tener yo la va a tener el público entero.
¿Sientes que has pasado a la historia de la televisión nacional con Al fondo hay sitio?
No sé, yo no soy pitoniso como ustedes, los periodistas (risas). Eso la historia lo dirá.
¿Pero no crees que Al fondo hay sitio ha sido tu gran obra maestra?
Yo pienso que en su época cada cosa fue una obra maestra. No puedo ser ingrato con Risas y salsa, por ejemplo. No puedo ser ingrato con Mil oficios, que duró tres años; no puedo ser ingrato con Así es la vida, que fueron cinco años. Todos son mis hijos.
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