Katherine Maza
Uno de los objetivos principales del gobierno era destrabar este año una serie de megaproyectos heredados por la anterior gestión, tales como el aeropuerto de Chinchero, la Línea 2 del Metro o el Gasoducto del Sur (GSP), y con ello reactivar la inversión como uno de los motores de crecimiento de la economía peruana.
No obstante, se ha encontrado con diversas dificultades para lograr el éxito en el destrabe de la mayoría de las obras. Las adendas, las denuncias, el ruido político y otros factores han hecho que tome mucho más tiempo agilizar los proyectos.
Es así que de un total de doce megaproyectos —que ascendían a US$18 mil millones–, solo cuatro habrían logrado “salir adelante”: el tramo Chincha-Ica de la Red Vial 6, la autopista del Sol (Trujillo-Sullana), el Muelle Norte del Puerto del Callao, y la Longitudinal de la Sierra.
A esto se suma el efecto Odebrecht, el cual no solo les restó un punto porcentual a las proyecciones de crecimiento del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para 2017, sino impactó en el megaproyecto energético del GSP (cuya concesión quedó anulada), en IIRSA Sur tramos 2 y 3, Chavimochic tercera etapa, IIRSA Norte, Vías Nuevas de Lima y Obras de Trasvase del Proyecto Olmos. Estos proyectos comprenden una inversión de US$9,318 millones.
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