En Día del Trabajo, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció un paquete de medidas diseñado para aumentar el ingreso de los trabajadores de su país.
Rousseff anunció un aumento de 10% en el subsidio mensual conocido como Bolsa Familia, pagado a millones de familias de bajos ingresos, así como una reducción del Impuesto de Renta en la Fuente (IRF), que grava el salario de los trabajadores, y prometió mantener la política de valorización real del salario mínimo a partir de 2016.
El anuncio de medidas a favor de la clase trabajadora, principal sustento electoral del Partido de los Trabajadores (PT), ocurre en momentos en que la mandataria sufre una progresiva caída en las encuestas, cuando faltan seis meses para las elecciones presidenciales en las que buscará la reelección.
“Nuestro gobierno nunca será de ‘garrote’ al salario, ni un gobierno de mano dura contra los trabajadores”, sostuvo la mandataria, aludiendo directamente a la oposición.
Diversos analistas consultados por medios locales evaluaron los anuncios como una forma “desesperada” de frenar el desplome en las encuestas. Según el último sondeo de opinión, divulgado el miércoles, la intención de voto a la presidenta cayó 6,7 puntos porcentuales desde febrero, pasando de 43,7 a 37 por ciento.
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