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Jonathan Maicelo: En el barrio se hizo hombre y en el gimnasio, en boxeador [Perfil]

Golpea a sus rivales con la misma fuerza con la que ama a su familia y a su barrio, el Callao.

En un hogar de mujeres y en un barrio donde el respeto se tiene que ganar, los puños del ‘gallo más gallo’ se hicieron más fuert
En un hogar de mujeres y en un barrio donde el respeto se tiene que ganar, los puños del ‘gallo más gallo’ se hicieron más fuert

Lucía Calderón Portugal

@lucalderon7

Jonathan Maicelo la tiene clara. Barracones, New Jersey, Barracones. Esa será su ruta hasta que nuevamente la oportunidad de pelear por el título mundial de peso ligero toque su puerta.

Su convicción es firme como sus golpes. Sabe que para lograr su objetivo tiene que entrenar en Estados Unidos, pero aun así no pretende alejarse ni un poco de su raza. Religiosamente, todos los meses regresa al barrio que lo vio nacer y que hoy, a sus 33 años, se resiste a abandonar: San Judas Tadeo en el Callao.

En esas calles, en los Barracones, las piedras de la playa conviven con la pobreza, pero también con gente que tiene ganas de salir adelante, a la legal o a la de Dios.

Ha estado toda su vida en esa zona y no baja la cabeza cuando le recuerdan que es de un barrio ‘picante’ porque está limpio. El boxeador no ha sacado su bravura y su carácter guerrero de su padre, de algún hermano o padrino. La ‘Cobra’ creció con cuatro mujeres: su mamá, sus dos tías y su abuela. La mujer que le enseñó a defenderse y la que le exigía nunca dejarse ‘gomear’ fue su abuela.

Foto: Beto Ortiz.

Su consejo fue un rotundo éxito. Maicelo ha construido una carrera esquivando golpes de sus rivales, y golpes de la vida misma. Gracias a esa habilidad, el deporte se convirtió en su motor y en una herramienta para transformar la vida de los suyos y la de él.

Los cambios se notan. La casa de triplay en la que vivió de niño ahora es de concreto. Sin lujos y con las comodidades necesarias, este ‘castillo’ (como le dice) es la casa que siempre quiso compartir junto a su madre y un monumento a sus logros deportivos.

En un hogar de mujeres y en un barrio donde el respeto se tiene que ganar, los puños del ‘gallo más gallo’ se hicieron más fuertes y su orgullo, enorme. Fue en el Callao donde aprendió que antes de la familia ‘no hay más na’, que la calle se respeta y que los golpes que no pudo esquivar en San Judas City se esquivan y se dan en el ring.

Habla, barrio


Si en el barrio ‘se hizo hombre’, fue en el gimnasio donde se convirtió en boxeador. Evitando las drogas (en una zona donde el vicio se aspira en cada esquina) y queriendo dedicarse enteramente a hacerse de un nombre en el deporte que lo apasiona, Maicelo entrenó duro hasta disputar su primera pelea profesional en 2005. La ganó y esto lo motivó.

Siguió cosechando triunfos y en 2009 logra el título de la categoría peso ligero del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) tras superar al argentino Leonardo Cáceres con puntajes de 97-92, 100-98 y 100-91. El Cinturón Latino ya era suyo, pero todavía no estaba satisfecho.

Maicelo continuó convirtiendo sus peleas en triunfos y aumentó su experiencia sobre el ring. En el año 2012 lucha contra el ecuatoriano Fernando Angulo y se lleva el título de campeón latinoamericano de la Asociación Mundial de Boxeo, consolidando su carrera como boxeador. Sin embargo, al año siguiente la ‘Cobra’ obtiene una amarga derrota. Un nocaut del ruso Rustam Nugaevround en el round ocho lo manda a la lona y pierde su invicto.

Tras el difícil momento, se recupera y entra en un proceso de aprendizaje que le devuelve la confianza. Pero el box le daría más lecciones. Tras una serie de victorias, en enero de 2015 se enfrenta por primera vez por el título de los pesos ligeros de la Asociación Mundial de Boxeo contra el boxeador colombiano Darley Pérez, quien lo derrota.

Este es el momento más duro de su carrera, pero Jonathan Maicelo no se derrumba. Entrena, se recompone y tras siete meses sin pelear, acepta enfrentarse contra el estadounidense Brandon Bennet, a quien vence por decisión unánime en Washington D.C. A sus críticos los dejó callados. Estaba de vuelta.

La revancha


Maicelo sigue apostando por peleas con rivales que le permitan aprender. Recientemente tuvo quizás uno de los enfrentamientos más importantes de su carrera, contra el mexicano José Félix Jr., a quien derrotó por decisión unánime por 99-91, 97-93, 97-93 en la ciudad de El Paso, Texas.

Su rival peleaba de local y, con solo 24 años, era el favorito. A Maicelo no le importó y con impacto, velocidad y el ojo izquierdo cerrado por los golpes, lo mandó a la lona hasta en cinco ocasiones.

Hoy suma 25 victorias, 12 nocauts y solo 2 derrotas, cifras que lo mantienen en el ránking top y que lo acercan a pelear por el título mundial peso ligero AMB.

Baile sí, realitys no


La ‘Cobra’ no solo llamaba la atención por la destreza en el ring. Su actitud achorada y su labia chalaca impactaron en la tele. Fue así como en 2010 llegó a El gran show, donde no destacó por sus movimientos. Su sentido del humor fue un hit. Luego de bailar en varias galas y de atreverse a hacerlo en tacos, se metió al público al bolsillo.

El baile le gusta, pero el show no. El ‘Inca Maicelo’ ha dicho que la razón por la que ingresó a El gran show fue ayudar y no porque disfrute del escenario. En varias ocasiones ha repetido que, pese a las ofertas, no está interesado en ingresar a reality shows. Nada de escándalos con él.

No quiere sacrificar su reputación por dinero, pero también es consciente de que el boxeo puede ser ingrato. Los auspiciadores son difíciles de conseguir y muchas veces la falta de apoyo obliga al atleta a frenar un poco.

El boxeador, que de joven buscaba ingresos en construcción civil y hasta vendiendo marcianos, no se detiene y apuesta hoy por sus negocios y el auspicio de algunas marcas. No factura millones, pero hace lo que le gusta de forma correcta, lo que le permite cuidar de su familia y enfocarse en lo suyo. Lo que sí ha hecho es aprovechar el Facebook para difundir sus efectivas e hilarantes dietas.

Como diría él mismo, chambea a la legal, con una fórmula fija y efectiva, made in Callao, que podríamos traducir así: aprende de las caídas, ponle corazón a cada round y, con los pies firmes en el cuadrilátero, espera la oportunidad para vencer por nocaut.



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