A falta de pocos metros para la meta el etíope Feyisa Lilesa empieza a mirar para atrás. Acelera hasta donde puede, lleva dos horas corriendo y la medalla de plata no se le puede escapar. Adelante suyo va el keniano Eliud Kipchoge, atrás, el estadounidense Galen Rupp. Tiene que llegar segundo, el mensaje que quiere dar tampoco.
Con de un metro para la meta, con el cuerpo agotado y con el segundo lugar en el podio asegurado, Lilesa gasta sus últimas fuerzas para levantar sus brazos. No lo hace en señal de victoria, esta vez no. Forma una cruz y lo hace para protestar.
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“Fue una protesta, porque soy oromo, y en Etiopía los oromo somos reprimidos por el Gobierno. Nos matan y nos encarcelan, somos sospechosos por el simple hecho de ser oromo. Tengo parientes presos y llevaré la protesta de mi gente allí adonde vaya”, denunció.
Con esa explicación, que brindó en la conferencia de prensa luego de la carrera, el mundo recién entendió su protesta y la gravedad de la misma. En un inglés de difícil comprensión Lilesa explicó que en Etiopía, tierra africana de fondistas, hay muertos a diario debido a conflictos civiles.
Feyisa Lilesa (plata), Eliud Kipchoge (oro) y Galen Rupp (bronce). EFE
“En Etiopía hay 15 millones de oromo y el Gobierno nos obliga a dejar nuestras tierras, nos encarcela, nos mata. Yo les pido que ustedes, los periodistas, hablen de la democracia que no existe en mi país, y de los intereses económicos que apoyan la represión de los oromo”, reclamó.
Posiblemente era la primera vez que aquellos hombres de prensa escuchen hablar de esa problemática. La etnia a la que pertenece el deportista es una de las más numerosas de Africa y también la más golpeada.
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Una nota de AP explica así el conflicto.
En Etiopía, los amhara, etnia minoritaria, ha gobernado el país desde el proceso de descolonización y mantiene desde los años 70 una guerra de baja intensidad contra los oromo, que durante estos años se han organizado en diferentes frentes de lucha armada. Se estima en 2,5 millones la cantidad de refugiados oromo en países vecinos como Somalia y Eritrea.
El riesgo
En la misma conferencia Lilesa señaló que su protesta, junto con atraer la atención, tendrá consecuencias en su vida.
“Si vuelvo, sé que podrían encarcelarme o incluso matarme, es algo que ya he discutido con mi familia. Pero yo represento a mi pueblo y creo que debo dar a conocer lo que nos pasa”
El deportista también admitió que no tiene decidido volver a su país debido al peligro que le traería aquello.
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