Pedro Cifuentes/EFE
El pasado día 19, en el minuto 64 del Uruguay-Inglaterra celebrado en Sao Paulo, el interior izquierdo uruguayo Álvaro Pereira quedó tendido en el suelo tras chocar su cabeza con la rodilla de Raheem Sterling.*
El futbolista permaneció inmóvil y con la mirada perdida unos segundos. El equipo médico charrúa se apresuró a reanimarle, le retiró a la banda y pidió el cambio un par de minutos después: los protocolos de la FIFA aconsejan la sustitución en estos casos por la posibilidad de conmoción cerebral.
Las imágenes inmediatamente posteriores dieron la vuelta al mundo: el jugador se negó airadamente a abandonar el terreno de juego y disputó el partido hasta el final.
El sindicato internacional de jugadores FIFpro acusó entonces a la FIFA de no proteger al jugador y reabrió el debate sobre la posibilidad de introducir cambios en el reglamento.
La decisión final sobre el jugador, según afirmó esta mañana repetidas veces el máximo responsable de la Comisión Médica de la FIFA, Michel D’Hooghe, correspondía al jefe médico de la selección uruguaya, pero el órgano rector del fútbol dice aceptar la continuación de las discusiones sobre dos propuestas del citado sindicato: la primera, que la FIFA se reserve la decisión sobre el reingreso del futbolista para preservar su salud; la segunda, autorizar sustituciones “temporales” de diez minutos que permitan un examen neurológico del jugador lesionado antes de autorizar su regreso a la competición.
“Se trata de un asunto muy complicado”, reconoció el Director Médico de la FIFA, Jiri Dvorak, neurólogo de formación, puesto que “cuando un médico se dice responsable de alguien lo es hasta el final, y no es fácil retirarle esa responsabilidad en un momento de emergencia”.
La FIFA, apostilló Dvorak, tiene un equipo médico de emergencias en la banda de cada uno de los doce estadios mundialistas y ofrece consejo y ayuda a cualquier médico que lo solicite, “pero la decisión final corresponde al jefe médico de cada equipo (…). La FIFA puede regular muchas cosas, pero en algunas áreas sólo puede aconsejar y educar”.
La única excepción son los casos de parada cardiorrespiratoria, en los que el equipo médico puede ingresar al campo incluso sin autorización del árbitro. Aunque esos casos presentan también “desventajas”, concluyó el médico checo, “por el riesgo de que se utilicen para simular problemas de salud”.
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