La noche del 28 de noviembre, la tragedia golpeó al fútbol. El vuelo 2933 de la empresa Lamia, que trasladaba al Chapecoense a Medellín para disputar el duelo de ida de la final de la Copa Sudamericana, se había estrellado en un cerro próximo a esa ciudad; murieron 71 de las 77 personas que viajaban en el avión.
Entre las víctimas se encontraban 19 jugadores, cuerpo técnico, directivos, periodistas y tripulantes. Solo sobrevivieron los jugadores Alan Ruschel, Neto, el golero suplente Jakson Follmann, el periodista Rafael Henzel y los tripulantes Ximena Suárez y Erwin Tumiri. El ‘Chape’ recibió muestras de solidaridad de todo el mundo. El Atlético Nacional, rival de la final en la Sudamericana, pidió que el cuadro brasileño sea coronado campeón del torneo, lo que finalmente se dio.
Las investigaciones dieron a conocer que el avión siniestrado no tenía autonomía para volar entre Santa Cruz (Bolivia) y Medellín (Colombia). El accidente se debió a que la máquina se quedó sin combustible provocando un fallo eléctrico general. Ello, sumado a las malas decisiones que habría tomado el capitán de la nave, Miguel Quiroga, contribuyó al accidente.
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