El día en que Fernando Moreno (24) tuvo que rendir sus exámenes parciales de la carrera de Comunicaciones se fue a grabar un reportaje televisivo y reprobó todos los cursos y el ciclo universitario. No volvió a pisar la univesidad. Lo habían llamado para hacer una entrevista sobre la actividad que en ese momento era la que más tiempo le ocupaba: dar refugio a animales perdidos. Necesitaba el apoyo de la gente para que los perros que él albergaba no se queden sin hogar por falta de dinero para el alquiler del local. Hoy siente que esa forma de abandonarlo todo valió la pena, aunque muere de ganas por terminar su carrera, y es lo que piensa hacer. “Me habría arrepentido más si hubiera dejado que los perros pierdan su casa y mueran”, dice Moreno.
UNA VOCACIÓN
Desde niño, Fernando Moreno vivió rodeado de animales e inclusive, como muchos de nosotros, quiso ser veterinario. Ya desde la adolescencia Moreno era voluntario de varios albergues y refugios para perros, además de colaborador en campañas de vacunación, desparasitación y esterilización. Hace unos años formó el Grupo Caridad, una asociación dedicada a la protección animal y, junto a un grupo de voluntarios, se encarga de dar refugio a animales rescatados o perdidos. Al comienzo empezó haciendo campaña de esterilizaciones gratuitas y hace cinco años cuenta con dos albergues que él, junto a sus amigos, pudo construir con el apoyo de personas externas y el dinero de las rifas que ellos organizaban. También tuvo el apoyo económico de su familia. Su abuela le envió una propina grande del extranjero que él decidió destinar íntegramente al refugio de animales y, con ese impulso extra, se echó a andar todo. Hoy tiene 140 animales distribuidos en dos albergues acondicionados. Perros, gatos y sus dos cerdos, Porky y Petunia, son los huéspedes.
Siempre están llegando animales a su albergue y él, después de un examen previo, los recibe. “Los cachorros son a los que adoptan más rápido, los mayores se quedan un poco más. Por eso te encariñas y se convierten en tus favoritos”, dice Fernando Moreno, quien tiene entre sus preferidas a una perrita de nombre Tres Patas, que encontraron después de haber sido atropellada y con la pata gangrenada. El médico debió amputarle la extremidad al animal.
En 2012 fue a Huaraz a rescatar 70 perros que estaban sueltos y diariamente caían a un acantilado cercano. Mientras volvía, en un camión que consiguió en esa ciudad, Moreno iba pegado a su celular pidiendo donaciones a todos sus contactos de Facebook para pagar el camión. Doce horas de viaje después, estaba en Lima y pagó el camión con dinero de amigos en Facebook.
Moreno se pasa el tiempo repitiéndoles al gobierno y a las municipalidades que hagan campañas para animales. Cree que, si hubiera más campañas de esterilización, la población de perros de la calle y en general estaría controlada. “Al gobierno le importan muy poco los animales, al parecer. Deberían tomarlo como un problema de salud”, dice. A él le gustaría que haya un refugio por región y que otras organizaciones construyan más refugios hasta que controlemos el problema del abandono animal. Moreno piensa que tiene que haber muchos más refugios, pero, sobre todo, más adopciones.
Mientras conversamos sentados en dos piedras grandes frente a su albergue de Cieneguilla, Moreno no pierde de vista a los perros que pasan por la calle. Muchos andan solos y él, atento, afina la mirada y trata de intuir si están perdidos. Algunos se acercan y reciben unas caricias que los hacen quedarse un buen rato. Los que necesiten ayuda están en buenas manos, aunque no lo sepan.
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