Desde que se inició este año hasta el último domingo 9 de este mes, 169 sismos han sacudido el país, con magnitudes entre los 3.1 y 6.1 grados, informó el Instituto Geofísico del Perú (IGP ).
Según esta entidad, en enero se reportaron 36 sismos, en febrero 25, en marzo 36, en abril 19, en mayo 26, en junio 19 y en julio 11. El temblor de 4.8 grados en la escala de Rich-ter que alarmó a los limeños la noche de último sábado 8 fue el más fuerte sentido en la capital en lo que va del año.
No obstante, el país ha registrado movimientos más intensos en 2017. El más fuerte ha sido de 6.1 grados el 18 de abril, que hizo salir a las calles a los habitantes de Pastaza, Iquitos, Nauta y Requena, en Loreto. Sin embargo, en junio hubo un sismo de 6 grados que remeció los distritos de Caravelí y Chuquibamba, en Arequipa, y causó daños.
Al respecto, Hernando Tavera, presidente del IGP, manifestó a Perú21 que cada año se reportan en el país hasta 450 movimientos, por lo que el patrón actual está en el rango. “El 70% ha ocurrido en la costa y 30% restante, en el interior. Sin embargo, esta cifra puede variar si ocurriera un terremoto, porque generaría un sinnúmero de réplicas. Hay que tener en cuenta que cuanto más grande es el silencio sísmico en una zona, es más probable que allí ocurra un sacudón de gran magnitud”, acotó Tavera.
“El silencio sísmico me preocupa” (Análisis)
Por: Julio Kuroiwa / Consultor de riesgos
Entre Pativilca y Cañete, en Lima, hay una gran silencio sísmico desde 1974. Las pérdidas económicas para la capital luego de un terremoto de 8.5 grados pueden llegar a S/31 mil millones, mientras que el número de víctimas puede variar por la hora en que se produzca. Otra ciudad en riesgo es Trujillo (La Libertad). Allí un tsunami con olas de hasta 10 metros barrería con todo por la erosión en la costa. Frente a Tumbes, Piura y Lambayeque también hay silencio sísmico. En la sierra, las urbes más vulnerables son las que se parecen a Huaraz, con tierra húmeda altisonada. Le he propuesto a este gobierno que para 2021, todo el país, a través de la educación en los colegios, tenga un conocimiento básico-científico para interpretar las señales de un terremoto a través de sus vibraciones, ruidos y duración. Las alarmas de tsunamis o evacuación pueden no activarse porque se corta la energía. También le he pedido al director de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Pablo de la Flor, incluir un mapa de peligro sísmico en los planos de la reconstrucción que se hace en el norte posfenómeno El Niño.
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