Jimena Hernández
@njimenah
Casi siempre miramos con admiración los logros tecnológicos que hay en economías desarrolladas, observamos con asombro a los robots que se crean en los países asiáticos, aquellos que presentan hasta forma humanoide y no tienen nada que envidiarle a los que vemos en las películas.
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Estos inventos los vemos lejanos y ajenos a nuestra realidad pues la creación de tecnología e innovación recién está dando los primeros pasos en nuestro país, no en vano estamos en el puesto 119 en el pilar de innovación del Índice de Competitividad 2016/2017 del Foro Económico Mundial, el mismo que evalúa a 138 economías para elaborar este ranking.
Así, estando en la cola en el desarrollo de innovación y sintiendo tan lejano el desarrollo de tecnología, es preciso destacar los aportes que se hacen para avanzar en este rubro.
Este es un gran ejemplo. Se llama JARI y es un robot creado por Danna Arias, Marlene Bustamante y Diego Quiroz, estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) bajo el liderazgo de Ericka Madrid, docente de dicha cada de estudios.
Ellos han creado a JARI, una herramienta que no solo busca innovar sino que quiere ayudar a desterrar los estigmas sobre la condición Asperger y a la par ayudar a la comunidad.
Conociendo a JARI
JARI, atención conjunta a través de la interacción robótica (Joint Attention through Robotic Interaction) lleva su nombre por sus siglas en inglés. El robot cuenta con un diseño amigable, con aspecto minimalista y fue elaborado con materiales agradables al tacto.
A primera vista parece un juguete y ese es el objetivo, después de todo está diseñado para un público infantil. El robot es un mediador social entre el niño, el padre y el terapeuta. A través de las emociones que expresa JARI (alegría, tristeza, asombros, enojo, etc.) se busca despertar la atención de los niños para motivarlos y mejorar su capacidad de observación, así como su empatía.
Para los creadores de JARI, que son especialistas en ingeniería mecatrónica, el poder compartir su invento con este grupo de padres y niños les deja una satisfacción ya que a través de la tecnología pueden aportar a la sociedad.
“Como desarrolladores de tecnología el propósito es que en un futuro el producto pueda llegar al usuario directo, en este caso, los niños y los padres que necesitan de diferentes elementos para poder interactuar y generar una mejor convivencia social”, señala Madrid, quien ha sido la guía del grupo y la encargada de representarlos en los concursos.
JARI ha logrado obtener el segundo puesto en el ICSR Design Competition en Estados Unidos.
Pero este trabajo, que nació de una iniciativa de responsabilidad social, no fue de la noche a la mañana. Es fruto de un trabajo de más de un año de minuciosa labor de los estudiantes de ingeniería, quienes tuvieron el apoyo de expertos en psicología.
Desde el diseño de la idea hasta la concepción del robot, el grupo ha sostenido que su gratificación personal será plena cuando puedan ver a JARI siendo usado en terapias.
“Cuando eso suceda – así sea a pequeña escala- será un gran logro para nosotros, porque esto es un aporte social que podemos hacer desde nuestro rubro de la ingeniería mecatrónica”, declaran los creadores que desde su tribuna hacen posible desterrar los estigmas de la condición Asperger.
Después de todo JARI tiene como objetivo que las personas comprendan la condición Asperger, sensibilizar a la población, y que al fin comprendan la manera como los niños Asperger ven el mundo. La tecnología para una causa noble es motivo de orgullo. Bienvenido, JARI.
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